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Vicente Caramés: "Hay indicios de que la torre de San Tomé formó parte del entramado defensivo del X"

"No es factible excavar el islote para dejarlo como un gran yacimiento al aire libre"

Vicente Caramés es el arqueólogo del Museo do Mar de Galicia, con sede en Vigo. // Jesús de Arcos

Vicente Caramés Moreira (Vilagarcía, 1967) es arqueólogo del Museo do Mar de Galicia, con sede en Vigo. En los años 90 hizo para la Xunta de Galicia el inventario de los yacimientos arqueológicos de Cambados, y a principios de la década pasada trabajó un año para este Ayuntamiento. El sí cree que en el islote de San Tomé hubo una torre defensiva desde el siglo X comunicada con otras del litoral.

-¿Qué opina de la hipótesis de que la torre de San Sadurniño sea de los siglos XV o XVI, y no del X, como se cree habitualmente?

-Es evidente que la torre que vemos actualmente no es del siglo X. Eso tampoco es ninguna novedad. Pero es normal que la fábrica actual de una construcción non tenga nada que ver con la original. Es algo que también ocurre con la torre de A Lanzada o las de Oeste, en Catoira. Lo que se ve ahora posiblemente sea una reedificación que se hizo sobre una torre más antigua.

-¿Y cómo se puede demostrar científicamente la existencia de esa torre anterior?

-Habría que realizar una intervención arqueológica o encontrar algún documento que lo avalase. Pero el islote donde se encuentra tiene todas las características que reúnen las demás fortificaciones del entramado defensivo que se creó en época del obispo Sisnando. Y como en los casos de A Lanzada y Catoira aparecen restos castrexos y romanos. Porque en San Sadurniño apareció material romano según han indicado los arqueólogos del Museo de Pontevedra.

-La antigüedad también fue puesta en duda porque no figura en el pleito Tabero-Fonseca, en el que se mencionan las construcciones destruidas por los Irmandiños.

-Eso no es una prueba concluyente, porque puede significar que la torre perteneciese en ese momento a una familia de la nobleza, con lo que no tendría que aparecer en el Tabero-Fonseca, ya que en ese pleito solo se mencionan las propiedades de la mitra compostelana. O puede significar que no fuese atacada por los Irmandiños.

-Usted se decanta por la hipótesis de que efectivamente formó parte del entramado defensivo del siglo X.

-Sí, no hay una base documental que lo demuestre, pero existen indicios. Y si la torre no ha dejado un carácter documental puede ser porque tenía un carácter mucho menor que las torres de A Lanzada o de Catoira. Lo mismo ocurre con la torre que hubo en A Illa, de la que casi no hay más testimonio que el que dejó el Padre Sarmiento, o con la de Miadelo, en Bamio (Vilagarcía). En cualquier caso, la falta de un dato no invalida la posibilidad.

-Apunta usted que una excavación podría resolver el enigma. Pero en la torre y su entorno más inmediato no hay nada que excavar porque está sobre la roca. ¿Estamos por lo tanto ante un misterio histórico irresoluble?

-No, porque una torre nunca está sola. Tiene dependencias anexas, como cuadras o la vivienda del merino. El enigma es resoluble si se realiza una actuación en el conjunto de la isla. Aunque excavar en San Sadurniño plantea un problema de conservación futura. Estaría bien realizar una pequeña actuación para resolver esos enigmas históricos, para completar la secuencia, pero lo que no considero factible es excavar para dejarlo como un gran yacimiento al aire libre, como se está haciendo en el castro de Besomaño. En esa zona el mar tiene mucha fuerza y habría que regular el flujo de visitantes.

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