Los arquitectos de Vilagarcía se muestran críticos con el urbanismo de la ciudad, y cuestionan la pérdida de edificios o barrios tradicionales y la existencia de barreras que separan a los ciudadanos del mar. Hoy se celebra el Día Mundial de la Arquitectura, con el lema "Ciudades saludables, ciudades felices", y dos de los tres profesionales consultados ayer por FARO sostienen que Vilagarcía no es ninguna de las dos cosas.

Julio de Miguel Castro, por ejemplo, lamenta "la permisividad total para dilapidar nuestro patrimonio histórico" y tilda de "patético" el estado del barrio de O Castro, donde las pequeñas casas del primitivo asentamiento de pescadores están en ruinas o se ven ahogadas por construcciones modernas de gran tamaño. También cuestiona la construcción del edificio que hace esquina en el comienzo del tramo peatonal de la plaza de Galicia y Rey Daviña "porque se reventó e hicieron ahí lo que quisieron". Finalmente, se muestra crítico con la retirada de la protección patrimonial a la conocida como casa Becerra. "Lo único que se ha respetado en esta ciudad es el convento de Vista Alegre", remacha.

José Luis Marcheto García se expresa en términos similares. "Vilagarcía es una ciudad en decadencia. Con la burbuja inmobiliaria se empezó a destruir lo poco que quedaba del casco viejo. Se echó abajo todo y el tamaño de lo que se construyó era mayor de lo que se necesitaba, de ahí que ahora haya en Vilagarcía un enorme parque de viviendas desocupadas".

En opinión de este arquitecto, son especialmente dolorosas la pérdida de edificios como la casa Calico (en la avenida de A Mariña) "que demolieron para construir en su lugar uno de tantos edificios en los que se quiere aprovechar hasta el último metro cuadrado"; la decadencia del barrio marinero de O Castro (él propondría la consolidación de las casas que quedan y la conversión de una de ellas en un pequeño museo etnográfico sobre la vida de los pescadores de hace un siglo); y la desaparición del cine Fantasio, en Castelao.

Otro profesional, David Álvarez, de ImaginArquitecturas también admite que como profesional le da "lástima" ver edificios del casco viejo "que se podrían rehabilitar y que no se rehabilitan en unos casos porque los dueños no pueden económicamente, pero en otros quizás por especulación, porque al tratarse de construcciones protegidas no se puede hacer con ellas lo que uno quiera".

También cuestiona el levantamiento de la veda de Patrimonio a la casa Becerra "porque no hay muchos ejemplos de arquitectura racionalista en Galicia" o la construcción de determinados edificios de A Mariña "que se pudieron rehabilitar".

Vilagarcía cuenta con un Área de Rehabilitación Integral (ARI) a través de la cual se pueden lograr ayudas para arreglar viviendas ubicadas en los cascos viejos de Vilagarcía, Carril y Vilaxoán, pero según Julio de Miguel "el ARI no funcionó bien en Vilagarcía". Como oposición, plantea que "Cambados ha tenido una política estupenda de conservación y puesta en valor de su conjunto histórico".

La relación con el mar

La ciudad y el mar. Este es uno de los debates más antiguos y controvertidos para cuantos han abordado el urbanismo en Vilagarcía. Según los tres arquitectos consultados ayer por este periódico, la ciudad también suspende en esta asignatura. Julio de Miguel ironiza afirmando que "no es que estemos de espaldas al mar, sino que estamos a 1.000 kilómetros de distancia" y sostiene que "la decisión de poner la vía férrea hasta los bidones de Ferrazo es una barbaridad".

Este profesional nacido en A Coruña y afincado en Vilagarcía desde hace casi dos décadas también cuestiona el estado de abandono de la fachada marítima de Vilaxoán -desde la playa de O Preguntoiro hacia el sur- y del tramo existente entre el puerto deportivo de Vilagarcía y la playa de A Concha "que está alejado de la mano de Dios". También critica con dureza la imagen de ruina y desidia que ofrecen tanto el Balneario como numerosas casas cuya fachada trasera se asoma al paseo marítimo.

Marcheto García, por su parte, cree que el tren a Ferrazo incluso puede significar "un peligro para los peatones", y urge la creación de una zona específica para el desembarco de los cruceros. "Es algo muy necesario puesto que no es de recibo desembarcar a los cruceristas entre contenedores y grúas". David Álvarez, a su vez, percibe "incompatibilidades de uso" (por ejemplo en el caso de la playa entre los bañistas y las mariscadoras) y cree que se han puesto muchas barreras entre la ciudad y el mar. El tren, en su opinión, será uno más.