Mucho ha cambiado A Illa en los últimos 80 años, tanto que resultaría prácticamente irreconocible para la gente que vivía en la, por aquel entonces, parroquia vilanovesa de San Xulián en el mes de octubre de 1934. Por aquel entonces España entera se encontraba sumida en un clima de inestabilidad social y política, al que no eran ajenos en el municipio arousano, lugar en el que el Partido Socialista Obrero Español lucía músculo por la gran cantidad de militantes, entre los cuales no solo estaba extendido ese clima de descontento con el Gobierno del Estado, sino que también existía una sensación de estar abandonados por la administración más próxima, el Concello de Vilanova.

Con esos ingredientes, no es de extrañar que se sucediese una de esas situaciones que siempre quedan en la memoria de los pueblos y que fue recogida por muchos historiadores, entre ellos Xoán Dopico y Xosé Lois Vila Fariña para su Historia da Arousa o la página web del colectivo "Pandulleiros". Ese evento no es otro que la declaración de la República Federal da Illa de Arousa, una declaración que tuvo que ver más con los efluvios vitivinícolas que con la política en sí, pero que acabó trayendo funestas consecuencias para gran parte de los implicados en esa situación.

80 años de historia

La historia comienza a principios de un mes de octubre que acabaría siendo muy convulso para la República. Con las fuerzas sindicales llamando a la celebración de una huelga general, la agrupación local del Partido Socialista de A Illa de Arousa convoca una asamblea para decidir si se suma o no a ella, decisión que acaba siendo positiva el domingo día 7 ante los altercados que se estaban registrando con los mineros y que serían conocidos posteriormente como la Revolución de Asturias, convocándose la huelga general para el día siguiente. Las instrucciones del presidente de la agrupación, José Búa, fueron muy claras con respecto a lo que se debía hacer en la huelga del día siguiente, tal y como cuentan los historiadores Dopico y Vila Fariña: "con non deixar ir ás mulleres á fábrica chega. Nada de pedradas nos cristais nin tirar os efectos das empresas".

Concluida la asamblea, una parte de los militantes decide aprovechar para acercarse a la taberna de "O Nicho", regentada por Juan Otero Maestú "Juanito de Luisa."

"Calientes" todavía por el encendido debate político de la asamblea, la discusión continúa en la taberna, pero esta vez acompañada de "chiquitas" de vino que van animando a la gente a lanzar propuestas audaces. Y audaz fue la que se lanzó.

Todo apunta a que fue el propio Juanito de Luisa el que soltó la proposición de crear una República Federal en A Illa con un paso semejante al dado por Lluis Companys en Cataluña y aceptado por la situación de abandono al que creían que estaba sometido este pequeño territorio de siete kilómetros cuadrados de superficie. La propuesta se aprobó prácticamente de inmediato y por unanimidad y Segundo Nine fue el encargado de plasmarla en un papel de estraza que había en el mostrador del bar.

El propio Xoán Dopico reconoce que la lista no se conserva, por lo que nunca se ha podido identificar por completo a todos los que se encontraban en el primer gobierno provisional de A Illa. Los únicos nombres plenamente confirmados con sus cargos son: Santiago Otero Pouso "Pajares", presidente; Andrés Mougán Cores "Tormenta", Justicia; Manuel Iglesias Dios, Gobernación; Luis de Saa Bravo, Cultura; y Demetrio Ramos Lojo, Facenda.

La parranda finalizó poco después y lo que debería quedarse como una simple historia de taberna acabó magnificándose con los acontecimientos del día siguiente.

Esa misma madrugada, estalla un artefacto en la calle O Cruceiro, lo que unido a la convocatoria de una huelga general en la que se sospechaba que se iban a registrar incidentes, provoca que una dotación de Guardias de Asalto desembarcase en la zona donde hoy se encuentra el muelle de O Cantiño. Los agentes comprueban que el paro es total, tanto en el mar como en la industria conservera, y comienzan una acción represora en la que, tras varios disparos al aire, comienzan a realizar cacheos y registros a todos los que encuentran por el camino.

Uno de ellos fue Segundo Nine, que todavía guardaba en uno de sus bolsillos el papel de estraza con la lista, lo que desató la búsqueda y captura de todos aquellos que figuraban en la misma, llevándose a una docena de personas detenidas a Pontevedra. Al día siguiente, martes 9 de octubre, otra bomba volvía a sacudir la tranquilidad en A Illa y obligaba a los Guardias de Asalto a regresar el miércoles, jornada en la que se registran nuevas detenciones, entre ellas la de "Pajares" el presidente, que se había escondido en un primer momento, para entregarse posteriormente.

Aunque todos quedaron en libertad unos días después, la parranda tendría su recorrido judicial unos meses después en la Escuela naval de Marín, donde todos ellos fueron juzgados en un Consejo de Guerra acusados de un delito de sedición del que acabarían siendo absueltos posteriormente. En las actas del juicio, los historiadores de A Illa podrían haber conseguido el nombre de los implicados pero, hasta el momento, no han tenido la oportunidad de acceder a ellas y se supone que permanecen en los archivos militares de la Escuela Naval de Marín.

Lo que debería quedarse en una de las grandes anécdotas de las que puede presumir un pueblo en su memoria colectiva tendría un cariz más trágico tan solo dos años después, con el alzamiento militar encabezado por Francisco Franco. Varios de los integrantes de aquella lista acabaron siendo paseados, fusilados o seriamente represaliados por su militancia socialista, como fue el caso de Santiago Otero Pouso "Pajares".

El presidente de aquella República nacida al amparo de unas "chiquitas", fue paseado poco después del golpe de Estado y su cuerpo lanzado al mar, que lo acabó devolviendo a la playa de Area da Secada. Lejos de enterrarlo, sus asesinos llenaron el cuerpo de piedras y volvieron a fondearlo poco después.

De aquella noche de fiesta ya solo queda el recuerdo, ya que el último de los participantes reconocidos falleció en la década pasada, llevándose con él una de las historias más osadas protagonizadas por los isleños.