El sector empresarial no levanta cabeza. La creación de nuevos negocios ha descendido en lo que va de año en Vilagarcía, pues entre enero y mayo nacieron en la ciudad un total de 21 empresas, frente a las 28 que iniciaron su actividad en el mismo periodo de 2013.
Los datos que acaba de publicar el Instituto Galego de Estadística (IGE) ponen de manifiesto que febrero fue el mes más fructífero en este sentido, con nueve sociedades nuevas en el panorama empresarial vilagarciano. En enero se crearon tres, en marzo, otras tantas, en abril, dos, y en mayo, cuatro. Todas ellas bajo el régimen de sociedades limitadas.
Otro de los factores -quizá el principal- en los que se refleja claramente la delicada coyuntura económica es el desempleo. Aunque en estos primeros meses de 2014 las cifras de paro han ido suavizándose en Vilagarcía (de 5.213 desempleados en febrero a 5.011 en mayo), la situación no está para tirar cohetes. Y es que las personas que llevan sin trabajo más de un año -los denominados parados de larga duración- representan la mitad del total de desempleados. Así, de los 5.011 vilagarcianos sin ocupación laboral, 2.411 llevan más de doce meses anotados en las listas del INEM. Este porcentaje no ha variado en los últimos meses, pues a lo largo de 2014 la cifra ha oscilado entre 2.411 y 2.460 parados.
Aparte de la creación de empresas y de los ciudadanos que no encuentran trabajo, la siniestralidad laboral se ha convertido en otro indicador para analizar el empleo. Y es que con menos personas en activo, existen lógicamente menos probabilidades de accidentes. También es cierto que los sindicatos observan desde hace tiempo que cada vez es mayor la concienciación sobre la necesidad de tomar medidas de seguridad en el trabajo. En 2013 las empresas vilagarcianas registraron 249 siniestros, todos leves salvo uno grave y otro mortal. En 2012 el cómputo ascendió a 262, y en 2012 a 386 contratiempos. Los datos más preocupantes se alcanzaron entre 2005 y 2007, cuando se produjeron cada año más de 700 accidentes laborales en la capital arousana. Era el punto álgido de productividad del sector del ladrillo.
