José Jamardo Villamarín y su esposa Dolores Mirás, ambos de 36 años, empiezan a respirar un poco más tranquilos. Se trata del matrimonio que el jueves por la tarde tuvo que ser desalojado de su vivienda, en Pontecesures, tras constatar que a causa de las obras que se llevan a cabo en el solar contiguo la estructura del inmueble empezaba a resquebrajarse.

Pasaron la primera noche en casa de su madre, situada a apenas unos metros, y ahora se van de alquiler porque saben bien que pasarán aún unos meses antes de poder regresar a su hogar, si es que se salva de la demolición. Ayer, ya un poco más tranquilo, José Jamardo Villamarín se lamentaba de la mala suerte de su familia -uno de sus hermanos murió en el accidente de tren ocurrido en Angrois cuando venía a su boda- y explicaba que "pudo haber ocurrido una verdadera desgracia, pues cuando vimos que las grietas se abrían en las paredes salimos inmediatamente para alertar a los obreros que trabajaban en el solar de al lado; con el ruido de las máquinas ellos no se habrían dado cuenta de que nuestra casa se caía, y si excavan un poco más no hay duda de que todo el edifico se les habría caído encima y a estas alturas estaríamos hablando de varios obreros muertos".

Sabe, y este es el consuelo que le queda, que "a pesar de la gravedad de los hechos y del mal momento que pasamos al menos no hay víctimas que lamentar".

Por eso quiere pensar con optimismo -dentro de la moderación- e indice en que "hay una lectura positiva, y es que desde el primer momento todos están ayudándonos y tratando de encontrar soluciones".

Valora positivamente la capacidad de actuación y respuesta del Concello de Pontecesures, pero también la de la empresa constructora, "que se ha brindado a asumir todos los gastos necesarios para recuperar nuestro hogar, tanto si paga su empresa aseguradora como si tienen que sacar el dinero de su bolsillo".

La parte mala de todo esto, reflexiona, es que "no hay fecha para que podamos entrar en casa a retirar nuestras cosas, y desde luego tampoco la hay para volver, pues si todo va bien tendrán que pasar al menos cinco o seis meses antes de que nuestra casa reúna las condiciones de habitabilidad exigidas".

El pontecesureño, casado hace ocho meses y ahora dispuesto a "empezar de nuevo desde cero", explica que "aún es pronto para determinar si habrá que recurrir a la demolición parcial o total de nuestra vivienda, e incluso para saber si bastará con apuntalarla y reparar la grietas".

En cualquier caso cree que mañana, cuando el hormigón depositado en el solar anexo esté lo suficientemente compacto, será el momento de empezar a colocar vigas metálicas para apuntalar la estructura de su vivienda, la misma que él y su esposa estuvieron arreglando durante un año antes de casarse.

"Hay que resignarse y volver a caminar", manifiesta el pontecesureño, quien sabe que "este tipo de cosas pueden suceder y no es posible predecirlas".