Un valioso caldero de bronce de la época castrexa, de uso ritual y único que se ha encontrado entero en Galicia, totalmente decorada con remaches, de unos 45 centímetros de altura y unos cinco kilos de peso, aplastado y meticulosamente escondido acaba de ser encontrado en el Castro de Besomaño, en Leiro. Se trata de una pieza única por su completa conservación pues en otros yacimientos se han localizado fragmentos de este tipo de recipientes, que en la época valían una verdadera fortuna para su poseedor.

La pieza, puede ser la más importante de entre las 140.000 que se han encontrado en este poblado, pues permitirá a los historiadores y estudiosos conocer este tipo de recipientes que se empleaban en ceremonias importantes.

El hallazgo es demasiado reciente por lo que todavía no se ha podido realizar un estudio detallado del mismo, aunque se parte de que se trata de un objeto muy importante que se empleaba en ocasiones muy especiales, generalmente en fiestas o ceremonias.

Rafael Rodríguez, arqueólogo que dirige la excavación, confirma que se trata de un objeto de un enorme valor, ya que es representativo de la actividad típicamente castrexa.

A vuela pluma se observa que se trata de una pieza completa de bronce y remachada en toda su superficie. Pero apareció totalmente aplastada para que ocupara el menor espacio posible y perfectamente enterrada y oculta para preservarla de robos y el expolio.

Ahora, la olla -similar a la marmita que usaba Panorámix para sus pócimas- está en manos de los restauradores, quienes a sabiendas de las dificultades que se encontrarán a la hora de recobrar la forma original del caldero, pues fue machacado a propósito por lo que puede romper en el caso de intentar reabrirlo.

Y es que precisamente, los antiguos pobladores castrexos guardaban con gran celo el bronce, uno de los metales a los que daban mayor valor. Explica Rafael Rodríguez que el caldero estaba muy escondido, enterrado bajo tierra, porque representaba un buen capital, como hoy sería el oro.

Pero quedan todavía muchas incógnitas por despejar sobre la importancia de este enorme caldero ya que en el supuesto de que estuviera grabado y no solo remachado tendría muchísimo más interés para los estudiosos.

Si la aparición de este objeto es de extremo relieve para el conocimiento del Monte do Castro, también llamó la atención del equipo que desde hace tres años actúa en Ribadumia la otra gran sorpresa que deparó la croa. Escondido en un saliente del muro de una de las construcciones aparecieron quince monedas romanas, entre ellas dos denarios forrados en plata, ases y otras sin identificar.

La curiosidad del hallazgo radica en el hecho de que una de las monedas es del año 270 después de Cristo, por lo que se supone que alguien dejó el cofre o la bolsa de cuero después de que el poblado fuera arrasado por el fuego, allá por el siglo I de la presente Era.

El dinero de la época romana tiene mucho interés para los historiadores, arqueólogos y restauradores porque ratifican los períodos de ocupación de este tipo de ruinas castrexas.

Las localizadas en el monte do Castro pertenecen a siglos diferentes pues se encontró un As de Claudio y otro As de Julia, ambos del siglo I.

Aunque menos importante por existir otros objetos parecidos, también se han encontrado en la última fase de excavación varias cerámicas que refutan los datos que se han extraído hasta ahora sobre los distintos períodos de ocupación del castro de Leiro y también confirman que este poblado mantenía una intensa actividad comercial, sobre todo con pueblos de distintos países del Mediterráneo.

Es muy llamativo y, a la vez, interesante, un cuenco con barniz negro, típica de la cerámica griega del siglo IV antes de Cristo, de la zona Ática. El arqueólogo provincial, Rafael Rodríguez mantiene que llegó a Ribadumia a través del comercio del Mediterráneo de la época prerromana.

Tambien en la croa, cerca del muro perimetral del recinto, se localizó una dolia romana de almacenaje, fragmentada pero completa y que se podrá recuperar en su integridad, dado su estado de buena conservación. Esta vasija se empleaba para almacenar grano u otro tipo de cereales, pues suelen estar asociadas a las lareiras de las cabañas. La pieza se encontraba muy próxima a la casa-patio, una de las construcciones más llamativas del yacimiento de Ribadumia.

Estos objetos son algunos de los más llamativos de las 140.000 piezas que se han rescatado gracias a la excavación en este recinto castrexo, donde también se han localizado otras piezas muy curiosas como la dolabra romana (una especie de pico que utilizaban los guerreros romanos) o la cabeza del ídolo en piedra que protegía la monumental entrada al poblado.

Todo ello se completa con una fíbula muy curiosa, que representa el cuerpo de dos leones colocados en dirección opuesta, y que actualmente es la imagen de promoción de este castro de O Salnés.

Han localizado otras piezas curiosas, de distintos tamaños, muchas de ellas cerámicas y vasijas púnicas, tanto de diario como de ceremonia, algunas policromadas y de gran belleza.

Y surgieron también elementos más rudimentarios y otros propios de actividades familiares ordinarias, como las que se podrían consideras como las primeras máquinas de hilado que básicamente consistían en una rueda del tamaño de una moneda agujereada en el centro, con un mástil y una sujeción que posibilitaba la formación del carrete.

No faltan tampoco todo tipo de adornos que utilizaban los pobladores en sus vestimentas. Antes se habló de fíbulas pero también se han encontrado anillos, cuentas de collares y otros elementos característicos, tanto de su posición social como de jerarquía en el grupo.

La catalogación de todo este material ocupará numerosos meses a los arqueólogos y restauradores que participan desde hace tres años en la recuperación del castro de Besomaño.

Es de subrayar que para guardar todas estas piezas ha sido necesario que el Ayuntamiento les cediera una nave, aunque los objetos de más valor o más importantes ya se encuentran expuestas en el Museo de Pontevedra, dentro de una vitrina específica.

El elemento que desde el principio concitó más interés, la dolabra romana, todavía no puede ser exhibido pues todavía se halla en proceso de recuperación de la degradación que le supuso el sacarla al aire libre. Rafael Rodríguez es optimista en el sentido de que cree que más bien pronto que tarde pueda lucir en todo su esplendor.