El paso de la tercera etapa de la Vuelta a España sirvió de despedida al pelotón a su paso por O Salnés. El final en el Alto de Lobeira se convirtió en todo un homenaje a los corredores por parte de los muchos aficionados arousanos. La marea humana comenzó a fluir desde primera hora de la tarde, concentrándose el mayor número de personas en los dos últimos kilómetros.

La ocasión de disfrutar de una etapa en alto de la tercera ronda ciclista del mundo en importancia no cayó en saco roto. Algunos, muchos también, formaron parte de los cordones humanos que se formaron ya en el casco urbano de Vilagarcía, pero fue en Lobeira donde la mayoría quiso alentar el paso de los corredores.

Cerca de trescientas personas hicieron uso de los autobuses gratuitos que fletó el Concello de Vilagarcía con la colaboración de la empresa Pereira. Las dificultades orográficas del lugar tampoco fueron obstáculo para otros. Su conocimiento de la zona les permitió acceder hasta muy cerca de la meta a través de pistas forestales. Tampoco faltaron los que subieron caminando e incluso disfrutaron de una comida campestre al cobijo de las cotizadas sombras.

Las inmediaciones de la meta fueron todo un hervidero que explosionó con la llegada de los ciclistas. Otros, los amateurs, se atrevieron a probar sus propias fuerzas tirando de bicicleta para acercarse hasta donde la seguridad lo permitía mientras los instalados a pie de carretera jaleaban su pedaleo a modo de ensayo.

Tampoco faltaron los que se atrevieron con el montañismo para situarse en el mejor punto posible. La dureza de algunas curvas y la intensidad de la cabeza de carrera sirvieron para dar por buena la travesía pedestre de varios kilómetros. Todo estaba justificado por disfrutar de la llegada en el alto vilanovés. En este sentido, tampoco faltaron las pintadas reivindicativas de los vecinos sobre la propiedad del suelo sobre el que se pintó la línea de meta.

Pocos metros después de la llegada se vivía la intravuelta. El set para los VIPs fue todo un trasiego de conversaciones y canapés a la espera del final de etapa. El trabajo de los medios de comunicación fue uno de las atracciones. Un simple paseo por la zona acotada servía para tomar conciencia del trabajo que se desarrolla para que la Vuelta a España llegue en directo a cerca de 180 países de todo el planeta.

La estampa de los corredores abatidos tras llegar a Lobeira ayuda a tomar idea del esfuerzo sobrehumano que desarrollan estos deportistas. Maltratados muchas veces, pero los únicos a los que nadie puede resistirse a regalarle un aplauso a su paso. En Lobeira la ovación atronó.