Cuando se habla de la posibilidad de ser víctima de alguna picadura en verano suele pensarse en las medusas, el erizo o las fanecas bravas, pues las playas están a tope y suelen registrarse este tipo de contratiempos. Pero también en tierra firme hay riesgos considerables, tanto en el rural como en el caso urbano. En este caso las abejas, abejorros y avispas se llevan la palma cuando se habla de peligros potenciales.

También el Colegio de Farmacéuticos de A Coruña se pronuncia al respecto. Lo hace para asegurar que "por lo general la abeja y el abejorro son dóciles y solo pican cuando se les molesta", aclarando que "solo las obreras poseen un aguijón, arponado o dentado, con lo cual tras la picadura queda clavado en la piel y no puede ser extraído por el animal, que muere".

Por contra, "la avispa es más agresiva que la abeja y mucho más que el abejorro, pudiendo atacar sin aparente provocación; su aguijón es liso, tras picar lo extrae con facilidad y por ello puede picar sucesivas veces".

Desde un punto de vista médico, puntualizan que tras la picadura de alguno de estos insectos "se recomienda no permanecer en la zona, ya que éstos liberan sustancias odoríficas de alarma, que atraen a sus compañeras más próximas; intentar extraer el aguijón, en caso de picadura de abeja o abejorro; lavar con agua y jabón; aplicar calor local para destruir las toxinas y, si es necesario, administrar un corticoide tópico o un antihistamínico oral".