Darío Rivas es la viva imagen de un luchador incansable por la dignidad familiar. Cuando descubrió el paradero de los restos de su padre, asesinado por falangistas al comienzo de la Guerra Civil, se decidió a recuperarlos, enterrarlos en su villa natal y denunciar el crimen en un juzgado argentino. Ahora, a su causa se han sumado más de 5.000 personas en busca de justicia. Él no quiere retribuciones ni venganzas, solo honrar la memoria de su padre. Ayer visitó Vilagarcía para disfrutar de la compañía de sus amigos Margarita y Antonio, de O Faiado da Memoria, y atender a los medios.

-Usted se despidió de su padre, Severino, con 9 años. Ahora tiene 93. ¿Cómo mantiene un vínculo emocional tan fuerte con él?

-Porque yo era su niño mimado. Éramos nueve hermanos. Tenía detalles conmigo inusuales para con un hijo de un labrador. Me llevaba a Lugo y a A Coruña al teatro. Cuando llevé sus restos al cementerio de la aldea le puse en la lápida "descansa en paz, te lo pide tu hijo mimado". Allí aparece grabado lo que no aparece en ninguna otra lápida de un panteón español: "Asesinado por falangistas".

-¿Qué sintió cuando se despidió de su padre?

-Yo era un niño y pensaba como tal. No tuve ningún problema en marcharme, fue él quien lo tuvo al despedirse de mí.

-¿Cómo se enteró de la muerte de Severino?

-La noticia me llegó por carta. Nunca pensé volver a España después de eso. Al final le hice la promesa a mi mujer de que vendríamos a ver a su tía.

-¿Se sentía dolido con su país de nacimiento?

-Una vez me preguntaron si había perdonado a España después de lo sucedido. Mi padre veía el mal futuro que había en este país por eso decidió que me fuera. Yo no tengo nada que perdonar, condeno a los que cometieron crímenes de lesa humanidad, los causantes de aquella barbarie, que son el Ejército, la religión y la monarquía. Y ahora tienen ustedes como resultado de todo aquello esta crisis económica insoportable. Ninguna dictadura termina en mejoría para el pueblo. Menos mal que en Argentina al menos juzgaron a los criminales.

-¿Qué opina de la Transición española?

-Que no hubo tal. Esta democracia está redactada por aquella dictadura, como dijo Franco, "dejo todo atado y bien atado". ¡Y tanto que lo dejó! Franco sigue vivo en España todavía.

-¿Qué se dice de España en Argentina?

-Se les aprecia mucho, pero no opinan de sus problemas. Hablan de si el Rey caza elefantes o de su desastre de familia. Ahora ven como los emigrantes regresan porque no hay trabajo, saben que España está mal.

-¿Qué pensaría su padre de usted si supiera lo que está haciendo por su memoria?

-Que no era un mal hijo. Pensar eso me lo paga todo.

-¿Y qué le pediría?

-Que me agradeciese lo que estoy haciendo. Él se portó como padre y todavía le debo el pasaje a Argentina. Imagínese.

-¿Ha temido alguna vez por usted al meterse con la herencia de la dictadura franquista?

-Yo ya no tengo miedo a nadie.

-¿Y ha sentido el apoyo de algún político español?

-De los políticos no tengo ningún respaldo ni lo quiero. Ellos ya hicieron la guerra. Me da igual que algunos asesinos fueran republicanos, si cometieron crímenes son criminales.

-¿Qué le queda por ver en su lucha particular?

-Tengo la esperanza de pueda continuar el juicio como hasta ahora y que la jueza venga a España a tomar declaraciones a la embajada. La dictadura va a ser juzgada. Eso es un éxito. Lo que me extraña es que no se haya hecho antes.