Desde hace cien años Vilagarcía vive entregada a Santa Rita cada 22 de mayo. En esta ocasión la devoción fue incluso superior debido a tal efemérides, pues las monjas agustinas de Vista Alegre aprovecharon para agradecer tantos años de colaboración a las autoridades locales. A pesar de ser monjas de clausura se dejaron ver por primera vez tras la abarrotada homilía de las siete de la tarde en la capilla de San Cristóbal, donde hicieron entrega de medallas a todos los alcaldes de Vilagarcía vivos (salvo dos ausentes), Protección Civil y el servicio de Protocolo del Concello.

Era una ocasión especial y por eso las hermanas de superior rango tuvieron un permiso especial para abandonar su tradicional lugar en el palco privado de la capilla y ocupar el altar junto a las autoridades presentes. Tras el acto litúrgico, que contó con las voces del coro Santa Eulalia, se celebró la tradicional procesión de las imágenes de Santa Rita de Casia y San Agustín de Hipona.

Un momento singular

La presencia de las monjas al lado de la gente es algo extremadamente poco frecuente, por lo que el oficio religioso de ayer puede calificarse de extraordinario. La priora del convento, la madre Esperanza Otero, hizo entrega de las medallas a los alcaldes cuando terminó la misa, delante de un público que abarrotaba, hasta alcanzar el altar, el pequeño templo.

Recogieron la insignia, por este orden, Agustín Pereira, José Recuna, Javier Gago, Enrique León y el actual regidor, Tomás Fole. Pero antes que ellos ya lo habían hecho una agente de Policía Local -que sus compañeros no quisieron identificar-, Ángel Benito Pérez Dorgambide, como responsable de Protección Civil, y Ramón Reirís, como jefe de Protocolo del Concello.

Los grandes ausentes fueron José Luis Rivera Mallo, que se encuentra en Madrid ocupando su escaño de senador, y la penúltima alcaldesa, primera mujer en ocupar este cargo, Dolores García, que declinó la invitación.

La madre superiora, María Jesús Vázquez, agradeció a todos ellos los servicios prestados a la ciudad durante este centenario, tanto de la celebración de Santa Rita como de la unión de Vilagarcía, Vilaxoán y Carril en un mismo ayuntamiento.

Al terminar el acto, mientras los fieles se acercaban a la patrona de los imposibles para agradecer o solicitar alguno, la priora dedicó unas sencillas palabras a los presentes. "Estoy muy contenta de ver la devoción que se tiene a Santa Rita en Vilagarcía y los alrededores y por ver la iglesia llena de gente y de amigos".

El acto religioso fue de gran sencillez y recogimiento y duró algo menos de una hora. Toda la gente estuvo de pie durante la homilía escuchando atentamente al sacerdote, que puso como ejemplo de mujer, devota y madre a Santa Rita de Casia.

El cura inculcó a los devotos que tuvieran paciencia en los malos momentos en un mundo "en que queremos todo de inmediato" y que se debe ejercitar "la humildad" para ser mejores cristianos.

"Antes de que las manos de mis hijos se manchen de sangre, llévatelos", rogaba Santa Rita a Dios cuando sus vástagos pretendieron vengar la muerte de su padre, según comentó a los fieles el sacerdote durante el oficio religioso.

En la parte de arriba del templo, ocultas, dos monjas observaban sobre su retirado espacio todo lo que sucedía abajo, con los rayos del sol cruzando toda la estancia hasta el altar.