Las trabajadoras de Cuca abandonaron este fin de semana la vigilia a las puertas de la fábrica después de cuatro meses custodiando día y noche la factoría para evitar el traslado de maquinaria. Pasaron buenos y malos momentos, pero "nunca miedo", asegura la presidenta del comité de empresa, María José Rey. Ella y sus compañeras soportaron las noches del duro invierno dentro de una caseta prefabricada, a modo de garita. Para combatir el sueño se servían de cartas, calceta, café y, sobre todo, de una tertulia en buena compañía. También caminar por Vilaxoán. Algunas incluso aprendieron a jugar a la baraja, otras a hacer calceta. Fueron muchas horas, muchas experiencias, unas largas madrugadas de vigilancia que, sin duda, fortalecieron todavía más la unión de las empleadas. Asegura que se encuentran cansadas, "pero no derrotadas".

-Usted y once compañeras más se incorporaron ayer a la fábrica de O Grove. ¿Cómo fue ese primer día?

- Tenemos que echarle pecho y tirar para adelante, pero es muy duro de llevar. El trabajo es más o menos igual, aunque echamos diez horas fuera de casa. Yo me levanté a las tres y media de la mañana y cogí el autobús en Vilaxoán a las cinco menos diez, y volví a casa a las tres y media de la tarde.

-Desde el 7 de enero, y durante cuatro meses, realizaron vigilancia permanente, las 24 horas. ¿Pasaron miedo en algún momento?

-Pasamos de todo, muchas calamidades: frío, gripes, fue un invierno de mucha lluvia, viento, y tronadas, pero miedo no pasé en ningún momento.

-¿Ni cuando entraron los camiones de madrugada escoltados por los antidisturbios?

- Yo no estaba, no me tocaba guardia. Creo que no habría miedo, pero sí respeto. Treinta y tres antidisturbios para cinco mujeres que estaban en la caseta... Al principio éramos grupos grandes, pero a medida que iban empezando trabajadoras en O Grove íbamos siendo menos. Estos últimos días ya quedábamos tres o cuatro. Si me dejasen sin trasladarme yo quedaba sola allí. Lo digo de corazón. Estaba dispuesta a traer a mis hijos, que son "mozos", para hacer conmigo guardia.

-¿Valió la pena tanto esfuerzo y noches en vela?

-Pensamos que sí. Quien nos puso allí, en la puerta de la fábrica, fue el jefe, y también fue él quien nos quitó. No nos pusimos a hacer guardias para reclamar mejoras salariales, sino por un ERE de traslado. Si el 7 de enero nos mandara a todas para O Grove no tenía ese problema en la puerta. Pero no nos dio otra opción.

-¿Cómo vivieron esa vigilia?

-En la caseta estábamos toda la noche jugando a las cartas (brisca, escoba, etc.), calcetando o ganchillando. También tomábamos café. Hubo algunas que aprendieron a jugar a la baraja, y otras a calcetar. A las cuatro de la mañana salíamos muchas veces a pasear por Vilaxoán con las mantas por encima. Allí nadie durmió. Salíamos a fumar y a caminar por Vilaxoán adelante. A las siete se hacía el relevo. Los otros turnos empezaban a las tres de la tarde y a las once de la noche.

- Veinticuatro horas sin interrupción durante 18 semanas. Podría decirse, salvando las distancias, que casi trabajaron este tiempo más que en la fábrica...

-Mucho más. Últimamente no librábamos ningún día. Íbamos todos los días: uno de mañana, otro de tarde y otro de noche.

-Durante la vigilia frente a Cuca tuvieron muchas visitas de apoyo, sobre todo las del panadero, al que ustedes agradecieron su respaldo públicamente.

-Venía siempre. Estuvo ahí hasta el final. Del sábado al domingo ya no dormimos en la caseta y el domingo por la mañana vino a traernos los cruasanes y el pan, y no había nadie. Además, la caseta nunca quedó vacía. Cuando íbamos a las asambleas o a las manifestaciones quedaban trabajadoras de contrato o gente del pueblo de Vilaxoán.

-Dicen los que la conocen bien que es usted una mujer con garra. ¿Este conflicto la ha hecho más fuerte?

-Yo soy de carne y hueso, y de cuerpo y alma. Lloro, caigo, pero pronto vuelvo. Tengo un genio muy fuerte, las compañeras y mis hijos lo saben. Tenemos que aguantar, aunque sea nosotras solas. Llevo 38 años en Cuca y nunca me las vi tan negras. Pero me veo fuerte para seguir luchando, y vamos a seguir luchando.

-Todavía queda que la justicia dicte sentencia.

-Aún no sabemos como saldrá. Y si sale en contra, vamos a continuar luchando hasta el final.