Carlos Otero, el concejal conservador delegado de Cultura en el seno del tripartito de O Grove, quiere tener, sea como sea, una banda de música de carácter municipal. Pero eso conlleva una fuerte inversión que el erario público no puede permitirse. Por este motivo, tanto sus compañeros de partido (PP) como los socios de ejecutivo (AMeca y Partido Galeguista Demócrata) le han quitado la batuta de este asunto.

O Grove peleará igualmente por conseguir una banda, pero como se anunciaba ayer, el adjetivo de "municipal" queda todavía muy lejos. Si quiere funcionar tendrá que constituirse como asociación, agrupación, club o cualquier otra forma jurídica para tener acceso a subvenciones, como hacen las demás entidades del Concello. Recibirá apoyo, pero de costear los trajes de los músicos, sus desplazamientos, su formación y todo eso que se hace en las grandes bandas, nada de nada.

Sencillamente porque no hay dinero para afrontar un desembolso así en estos momentos, de ahí que Carlos Otero parezca el único plenamente convencido de la idoneidad de esa banda municipal. Y de ahí, también, que Carlos Otero esté cada vez más solo en el seno del gobierno, a cuyos miembros ya ha dejado tirados, y pasmados, en más de una ocasión.

La actitud de Otero en el día a día, como también en los plenos, demuestra que este edil va por libre siempre que puede. Por eso no tiene el menor reparo en romper la disciplina de voto cuando le viene en gana y no le importa presentar propuestas del tripartito como si fueran suyas. Ayer, cuando se planteaba la posibilidad de crear una banda y se pedía la colaboración e implicación de los ciudadanos interesados, Otero se dedicó a hablar una y otra vez en primera persona: que si era su sueño, que si él también fue músico toda su vida, que si el pueblo necesita una banda municipal...

Preguntados sobre todo esto, en el PP, AMeca y Partido Galeguista Demócrata prefieren "dejar pasar las cosas" y no quieren castigar en exceso a Carlos Otero. Pero no cabe duda de que están totalmente en desacuerdo con su labor y sus actitudes.

Muchos recuerdan aún el enfrentamiento que mantuvo hace meses con Alexandre Aguín, su compañero de partido, que a punto estuvo de dimitir porque ya no aguantaba más las intromisiones de Otero. Y no es el único que está cansado de lo mismo, sobre todo porque "a veces no aparece ni hace nada, pero cuando somos otros los que tomamos la iniciativa le parece mal". Hay entre los ediles del gobierno quien dice que el delegado de Cultura solo se preocupa por asuntos que puedan interesarle personalmente, y lamentan que "después no aporta absolutamente nada que represente colaboración con otras concejalías o búsqueda de proyectos de interés para todo el pueblo.