El pasado invierno fue duro, desde el punto de vista de la pluviosidad, pero el periodo otoño-invierno de 2001-2002 "lo fue mucho más, pues llovió durante siete meses seguidos, y aún así en esa campaña el mildiu realmente apenas causó daños en los viñedos", recuerda la técnica Rosa Pérez. En este sentido, incide en que el pasado invierno "ha sido favorable para la maduración del mildiu, pero esto no tiene por qué reflejarse en una agresividad especial del patógeno; su avance y los daños que pueda causar van a depender mucho más de cómo sea el clima a partir de ahora, sobre todo en el momento actual, cuando empiezan a verse racimos". Según Rosa Pérez, "este momento, hasta la formación de la uva, es el que más va a determinar la incidencia del mildiu y la futura cosecha".