La Asociación Galega de Linfedema tiene su sede central en la oficina 6 de la estación de autobuses de Vilagarcía (avenida López Ballesteros) y está intentando montar delegaciones en otras ciudades, como Vigo, donde ya cuentan con media docena de asociados. Una de las voluntarias que participaron en la campaña de ayer es Marisa Abelenda Ares, una vecina de Carril de 72 años que fue mariscadora.

-¿Cómo se le diagnosticó a usted el linfedema?

-Hace doce años me operaron de cáncer, y a los cuatro o cinco de la operación se me empezó a hinchar la pierna derecha. Iba al médico de la Seguridad Social y me decía que era de la circulación. Me daba tratamiento para tres meses, pero la pierna seguía hinchando. No me daban con lo que era, hasta que fui a un especialista en medicina vascular de Santiago y me lo diagnosticó.

-No es una patología demasiado conocida.

-Hace un momento vino a la mesa una mujer -en referencia a la carpa que montaron ayer en la Praza de Galicia- y nos dijo que su madre pasó un año entero yendo de médico en médico hasta que le diagnosticaron el linfedema.

-¿Qué ocurre si no son constantes con el tratamiento?

-Si no me hago los masajes llega un momento en que ando como si tuviese una pata de palo. Es algo que nos afecta mucho a la movilidad. Yo, por ejemplo, no puedo dar grandes paseos.

-¿Les impide trabajar?

-Depende del grado, pero para mucha gente que tiene trabajos físicos sí que es incapacitante, y mucho, porque no te permite coger nada de peso.