Aunque ya se ha planteado este extremo en alguna ocasión anterior no está de más recordar que el empleo de acaricidas e insecticidas debe limitarse al máximo, pues estos productos químicos no solo acaban con las plagas, sino que también matan a los "bichos buenos", es decir, insectos cuya presencia en el viñedo ayuda a prevenir ataques de manera totalmente natural.

Así lo advierten también desde la Estación Fitopatolóxica do Areeiro (EFA), donde explican que "en las últimas campañas algunos viticultores han incorporado la lucha frente a los cicadélidos a su práctica habitual", ante lo cual advierten de que "es fundamental intervenir frente a estos u otros insectos solo si es realmente necesario, pues en las viñas existe una amplia diversidad de fauna útil que puede verse comprometida con muchos de los insecticidas habitualmente empleados".

Por contra, se recomienda el empleo de trampas, que constituyen un método sencillo y eficaz para optimizar el control de insectos.

Enemigos naturales

Lo mismo apuntan en referencia a los ácaros, pues "es muy importante no aplicar acaricidas a menos que se confirme su presencia, ya que estos animales tienen unos enemigos naturales, los ácaros útiles fitoseidos, que contribuyen a regular de forma natural las poblaciones fitófagas y que son muy sensibles a los acaricidas y también a algunos insecticidas e incluso fungicidas".

Al hilo de esto, la EFA advierte de un "ligero incremento" de polillas en algunos racimos, aunque por el momento sin llegar a los umbrales de tratamiento aconsejados. Además, tal y como recuerdan los especialistas, "normalmente no es necesario tratar la primera generación de polillas porque sus daños son menos y provocarían como mucho una especie de aclareo, mientras que las que de verdad pueden producir daños son las siguientes generaciones".

Asimismo, se ha detectado un incremento de actividad larvaria para la especie "Altica quercetorum", aunque "su incidencia es baja e insuficiente para justificar un tratamiento insecticida".

Lo mismo sucede con los cicadélidos, pues "las capturas de estos insectos son reducidas en las trampas instaladas en nuestras parcelas de seguimiento", constata la EFA.

Esta lectura puede hacerse extensiva a los ácaros, pues su presencia es casi nula, aunque con la subida de las temperaturas suelen encontrarse más a gusto, ya que encuentran condiciones propicias para su desarrollo. También en este caso es aconsejable vigilar los viñedos.