A mediados del siglo XVII una rama de la familia García Caamaño, que ya ostentaba el Marquesado de Vilagarcía, recibe por designación real el vizcondado de Barrantes. Con el tiempo tuvieron una torre, una casona y tierras en la parroquia, aunque de esos bienes ya no quede nada. El decimotercer vizconde de Barrantes es Juan Manuel Álvarez de Lorenzana Oliag, un madrileño nacido en 1942 que reside en Vancouver (Canadá) desde 1989. Este fin de semana estuvo en Barrantes, en compañía del próximo vizconde, su hijo primogénito, Iván Álvarez de Lorenzana García, un arquitecto y diseñador gráfico de 43 años que vive en Mallorca y que tiene una empresa de venta de alimentos ecológicos.

Juan Manuel Álvarez de Lorenzana cuenta que la primera vez que pisó Barrantes fue en septiembre de 1992. Se decidió a viajar al lugar tras recibir una invitación desde Ribadumia, y se lo tomó como un regalo de cumpleaños. Quedó encantado con el viaje, y desde entonces ha visitado la parroquia en varias ocasiones más. La última fue en 2001. "Al principio me daba un poco de corte venir aquí como vizconde, pero me insistieron y al final resultó de lo más agradable", contaba ayer a los postres de una comida que le ofrecieron sus amigos en un hotel de Barrantes, y a la que asistieron unas 30 personas. "Vuelvo porque uno hace amistades. La gente de aquí es muy afectuosa, y cada vez que vengo disfruto mucho".

Hoy, el título de vizconde de Barrantes no tiene ningún tipo de privilegio, y su propietario carece de tierras o bienes en la zona. Que a él le conste, ni siquiera tiene parientes en Galicia. Pero sigue pensando mucho en la villa. "De 2001 a ahora Barrantes ha cambiado una barbaridad".

Hoy coge un avión para Mallorca, pero ya piensa en su regreso a Galicia. "Me dijeron que si me hubiese quedado unos días más podría conocer la Festa do Viño Tinto do Salnés. Cuando organicé el viaje no sabía cuándo era la fiesta, pero ya me han explicado que es el primer fin de semana de junio y la próxima vez intentaré estar en ella".

Juan Manuel Álvarez de Lorenzana probó por primera vez el albariño en 1992 y le encantó. Le pareció una buena idea que alguno de los vinos que se producían en la zona llevase el nombre de Vizconde de Barrantes. Se lo propuso a unos amigos, y recogió el guante José Castro, de Lagar de Pintos.