Un devastador incendio devoró en mayo de 1930 el interior del ayuntamiento de Meis. El fuego, intencionado, destruyó casi toda la documentación municipal existente en aquel momento, lo que obligó a los vecinos a recurrir a los archivos de la Iglesia, al juzgado o a instancias administrativas superiores para solicitar una simple partida de nacimiento. Con los documentos que ardieron también se perdió una buena parte de la historia de Meis. Así lo comprobaron, al menos, investigadores como Mario Gallego Rei, que cuando intentaron bucear en el pasado del municipio se encontraron con que era muy difícil encontrar nada anterior a 1930.

La Diputación de Pontevedra acaba de terminar la actualización del archivo municipal de Meis, y ha contabilizado un total de 11.137 registros. "La documentación tiene como fechas extremas los años 1912 y 2012", explica la Diputación en un comunicado, si bien poco después admite que "la práctica totalidad" de los archivos conservados "son posteriores al incendio de 1930".

Mario Gallego Rei, que fue hasta su jubilación profesor del colegio de O Mosteiro (Meis), y que ha publicado varios libros sobre la historia local, cuenta que el incendio fue en mayo de 1930, y que a la Guardia Civil no le cupo la menor duda de que había sido intencionado.

"Aquellos eran un años turbulentos, una época de gran confrontación social entre las derechas y las izquierdas, y en la que los sindicatos agrarios tenían mucha fuerza", evoca el historiador. Asimismo, existía resquemor entre los vecinos de algunas parroquias. De hecho, a finales del siglo XIX las del sur del municipio –San Martiño, San Salvador y Armenteira– llegaron a solicitar a la Diputación su separación de las del norte –San Vicente, San Tomé, Paradela y San Lourenzo–. Pero los técnicos provinciales no solo no aceptaron la petición, sino que acordaron trasladar la capitalidad municipal, y con ella el consistorio, desde San Salvador a O Mosteiro. Sostenían que la solucitud de separación se debía a rencillas vecinales, y fundamentaron el traslado de la sede del ayuntamiento en que O Mosteiro era, más o menos, el centro geográfico municipal.

El Concello se instaló en lo que hoy es su ubicación actual –el lugar se conocía entonces como A Sobreira– y el incendio de 1930 fue tan terrible que calcinó todo su interior. Solo se mantuvo en pie la carcasa exterior de piedra, y durante el año y pico que duraron los trabajos de reconstrucción la actividad municipal tuvo que trasladarse a casas particulares, entre ellas la del alcalde. Mario Gallego Rei, que investigó en su día el extraño incendio, cuenta que la Guardia Civil de Cambados escribió en su atestado que no había encontrado al autor de la quema, pero que el principal sospechoso era el secretario municipal, enfrentado al parecer con los cargos políticos por cuestiones laborales.

El funcionario fue suspendido de empleo y sueldo, pero llevó el caso a los juzgados, y los tribunales le dieron finalmente la razón –no había pruebas concluyentes para acusarle–, por lo que un tiempo después regresó a su puesto de trabajo. Un capítulo poco conocido, pero apasionante, de la historia de Meis.