José María Mourelos Muñiz fue primer teniente de alcalde de O Grove entre 1979 y 1981. Con el Partido Comunista se convirtió en máximo mandatario, entre 1981 y 1983, y décadas después acabó formando parte del PSOE. Muy conocido en la localidad, donde regentaba un negocio inmobiliario, la crisis acabó por afectarle, y de qué manera. En la actualidad reside junto a su esposa en África, donde tiene un negocio relacionado con la compraventa de pescados y mariscos, los cuales venden allí a una empresa catalana, y con los anacardos, un fruto seco muy codiciado en la India.

Siempre volcado en su trabajo, y desde hace muchos años apartado por completo de la política, Mourelos nunca quiso hablar de su vida personal. Pero la misma crisis que lo ha llevado a trabajar en el continente negro ha desatado todo tipo de rumores sobre su paradero, alguno muy grave, de ahí que desde África quiera narrar para FARO, en primera persona, cómo es su vida allí.

A punto de cumplir los 58 –la semana que viene– y acompañado en todo momento por su esposa Rita, de 55, José María Mourelos relata que está en África "trabajando sin parar para mantener a la familia, pues el sector inmobiliario se vino abajo y en O Grove ya no teníamos nada más que hacer".

Aunque desea volver a ver a los suyos –quizás regrese a O Grove el mes que viene, o en septiembre–, Mourelos reconoce que él y su esposa se encuentran cada vez más a gusto en África.

Padres de dos chicas, que actualmente residen en Australia, el exalcalde grovense cuenta que en agosto de 2009 él y su esposa acudieron por vez primera a África, "casi de casualidad" y gracias a su espíritu "aventurero y siempre joven".

Desde entonces hicieron media docena de viajes de ida y vuelta, los cuales cada vez se espacian más en el tiempo, pues "al principio empezamos a trabajar también aquí en lo nuestro, el sector inmobiliario, pero dado que tampoco éramos capaces de levantar cabeza decidimos probar con otras cosas, y ahora nos tienen mucho más ocupados".

Habla de la compraventa de pescados y mariscos en Mauritania, donde abundan el lenguado, el mero, el salmonete, la raya o el sargo, pero también pulpos, calamares y, en esta época, las langostas, que es el producto que trabajan actualmente Mourelos y su mujer.

Lo que hacen es comprar los pescados y mariscos en Mauritania y venderlos allí a una empresa catalana, que es la que se ocupa del transporte para enviar el producto hacia España.

Pero una vez allí conocieron a una persona de Guinea Bissau, donde la agricultura es un sector fundamental y el cultivo de anacardos constituye uno de los sustentos de la población local.

Ni cortos ni perezosos, los grovenses decidieron introducirse también en el mundo de la agricultura, y lo que hacen es recorrer las aldeas de Guinea Bissau para comprar los mejores anacardos, que después venden en la capital a una empresa que, a su vez, se encarga de la distribución del producto en la India, donde estos frutos secos son muy valorados y demandados.

"No paramos de trabajar, cada vez nos integramos más y puedo decir que nos sentimos muy a gusto", relata telefónicamente el exalcalde grovense, que además reconoce que en la pesca y la agricultura africanas ha descubierto una forma diferente de subsistir, y quizás un modo distinto de entender la vida y valorarla.

En sus palabras se nota que se ha enamorado del continente negro, en el que "nos relacionamos con algunos españoles, franceses y portugueses, pero el 99% de la población son negros, de esos africanos de verdad que vemos en los documentales y que en la vida real son tan buena gente como parecen desde la lejanía".

Pero no solo los habitantes son "como en las películas". También ocurre con el día a día, y de ahí anécdotas como las vividas cuando en pleno viaje entre Mauritania y Guinea Bissau el coche puede arrollar a una gacela o toparse con monos u otros animales que obstaculizan el paso.

Así es la vida de este matrimonio arousano, que en Guinea Bissau reside en un pequeño adosado "que tenemos alquilado y cuyo propietario es un funcionario del Gobierno que vive en la casa de al lado". En Mauritania su residencia está "en un apartamento del barrio pobre". Lo que quiere decir Mourelos es que no hay abundancia, y es más, ni siquiera pueden disponer de agua corriente o energía eléctrica de manera constante, "pero somos felices".

En Guinea Bissau "tenemos luz y agua solo unas horas al día, y en Mauritania la situación está un poco mejor, aunque también presenta problemas", relata. A pesar de todo "estamos integrados, quizás porque aquí hay buena gente, desde luego mejor que muchos vecinos de O Grove que han aprovechado nuestra ausencia para decir todo tipo de barbaridades sobre nosotros y que hacen un daño tremendo a nuestras familias".

Mourelos considera que esa forma de actuar de las personas, "la envidia y la malicia", constituyen una de las diferencias fundamentales que existen entre la cultura europea y la africana.

Sabe que algunos a los que consideraba amigos, e incluso una vecina grovense a la que en su día prestó dinero "para salvarla de Hacienda", ahora se dedican "a criticarnos y a decir incluso que nos han detenido por tráfico de drogas, aprovechando que no estamos en O Grove para poder defendernos".

Es una situación "tremenda", sobre todo porque "a lo largo de toda mi vida siempre actué dentro de la legalidad, y eso es lo que hago ahora y lo que haré por el resto de mis días, por eso tengo que pedir a quienes nos aprecian y nos quieren que estén tranquilos, pues nos encontramos en África por voluntad propia y porque necesitamos trabajar".