Desde hace años, el Concello de Valga propicia las relaciones entre los vecinos de mayor edad y los escolares del municipio. Lo hace para que los niños entiendan mejor cómo se vivía antaño en el rural, y que se familiaricen con la siembra de cereales, la recolección, la "malla" o separación del grano de la paja e incluso para que los pequeños aprendan a elaborar el pan a partir del producto obtenido.

Ahora la localidad da un paso más en ese afán por recuperar valores patrimoniales y etnográficos, y lo hace mostrando cómo funcionaban antiguamente aquellos lavaderos públicos, que a veces se convertían en punto de encuentro e incluso en lugar de celebración para los habitantes de cualquier aldea.

Gracias a la colaboración de las asociaciones Axentiva y de Mulleres Rurais Albor, el Concello pone en marcha el programa "Historias de lavadero", que a su vez forma parte del proyecto "Lembranzas".

A las once de la mañana de hoy, alumnos del colegio Xesús Ferro Couselo van a reunirse en el lavadero de Vilar con integrantes de Axentiva y Albor, "que les van a explicar cómo se lavaba antiguamente y les van a contar algunas de las historias y anécdotas que surgían en torno a estos lavaderos".

Los niños incluso van a poder familiarizarse con técnicas como el "retorcido" de la ropa o el proceso por el que se ponía a clareo, a veces colgando de árboles habituales en el entorno de los ríos y otras, ocupando las fincas de los alrededores.

En el Concello de Valga explican que los lavaderos públicos "son recintos de gran contenido sociológico y etnográfico" en los cuales surgían "cantigas", refranes y leyendas populares, a pesar de los cual algunos, como el de A Gatiñeira (O Grove) presentan un avanzado estado de deterioro.

Esos lavaderos fueron testigos de la evolución de muchos pueblos, y aunque todavía hoy en día funciona alguno, sobre todo en el rural, su número ha descendido de manera considerable, pero sobre todo se ha limitado su utilización de forma drástica desde que las nuevas tecnologías empezaron a facilitar el lavado.

En cierto modo, lo que persiguen el Concello de Valga, Axentiva y Albor es rendir homenaje a esas estructuras que para muchos representan la imagen de la Galicia más rural.