Los trabajadores de la industria conservera tienen un alto nivel de posibilidades de padecer trastornos musculares o esqueléticos directamente derivados de su actividad profesional. Así lo demuestra un estudio encargado por la CIG a la empresa Umana Ingeniería, especializada en biomecánica.

Si la relación entre dolores y lesiones en ciertas zonas del cuerpo y la realización de actividades mecánicas en determinados ambientes y posturas era ya una sospecha basada en el sólido fundamento de las dolencias padecidas por un elevado porcentaje de trabajadores, el análisis realizado en el sector conservero gallego viene a esclarecer dudas. Los dolores y alteraciones musculares y óseos, especialmente focalizados en las zonas cervical y lumbar y en las articulaciones de extremidades superiores e inferiores padecidos por muchos operarios de la conserva se deben a su trabajo y a las condiciones en que éste se realiza.

Trastornos prevalentes

Síndrome del túnel carpiano, síndrome de Quervain, epicondilitis, epitrocelitis, trastornos de trapecio y síndrome cervical, tendinitis bicipital, de supraespinoso y de manguito de rotadores, así como lumbalgias y cervicalgias son las afecciones que afectan en mayor nivel a los trabajadores del sector conservero.

Lejos de deberse a una propensión personal a padecer estas dolencias, las propias condiciones y el ambiente en las que se desarrolla la actividad conservera, así como el modo en el que se organizan las jornadas laborales tienen un peso decisivo en la aparición de estos trastornos.

Temperaturas extremas, que van desde fríos intensos en cámaras de conservación hasta temperaturas elevadas en plantas de producción, y una constante exposición a unos niveles de húmedad muy altos, ya que el agua está presente en todas las fases del proceso de la conserva, son el pan de cada día en estos centros de trabajo.

Además, la mayoría de las veces, los puestos de trabajo son fijos a lo largo de toda la jornada, obligando al trabajador a mantener la misma postura y realizar la misma actividad de manera mecánica.

La dinámica laboral se organiza habitualmente en jornadas de ocho horas, que pueden ser continuas o partidas, dependiendo de la empresa. Si bien en el primer caso los trabajadores suelen disponer de entre diez y veinte minutos de descanso, las segundas suelen estar divididas por un intervalo de una hora de duración para comer, según el estudio encargado por la CIG.

En estas condiciones, los equipos de trabajo, que en el sector conservero están formados principalmente por mujeres, deben soportar alrededor de cuatro horas de actividad mecánica continuada y en unas condiciones ambientales extremas que tienen muchas posibilidades de repercutir en su salud.

Según el trabajo realizado por Umana, los factores de riesgo que padecen estas operarias pueden dividirse entre físicos y organizativos.

El primer grupo englobaría cuestiones como la falta de actividad física durante la jornada laboral, el trabajo en posturas estáticas y forzadas y la realización de movimientos repetitivos e inadecuados.

Esto, sumado a jornadas laborales con horarios excesivos y con un ritmo de trabajo elevado y continuado, forma un cóctel en el que dolencias como las lumbalgias o las lesiones de articulaciones tienen muchas posibilidades de imponerse, explican en el estudio.

Puestos con mayor riesgo

Según el estudio encargado por la CIG, los puestos de trabajo más críticos, es decir, los que poseen un mayor índice de riesgo de lesión, son los de cortador, limpiador y empacador, aunque en los casos de descargadores y esterilizadores las posibilidades de lesión son también considerablemente elevadas.

En el caso de los cortadores, la ocupación constante en cortes con sierra suele repercutir físicamente en cuello, codo y muñeca. Para los limpiadores, es la limpieza con cuchillo el motivo que puede causar dolencias de cuello, hombro y muñeca. Mientas que los empacadores tienen muchas posibilidades de sufrir trastornos físicos en esas mismas zonas debido a la constante introducción de atún en el canal de la empacadora.

Alrededor de cincuenta delegados sindicales de la CIG en empresas conserveras de distintos puntos de la provincia se reunieron ayer en Vilagarcía para estudiar todos estos datos y trasladarlos a las plantillas de sus respectivos centros de trabajo.

Además, el sindicato ha editado quinientos ejemplares de una "Guía sobre a incidencia dos trastornos músculo-esqueléticos no sector conserveiro galego" que se repartirán en las fábricas de conservas.