José Vázquez Fouz es un veterano abogado y político vilagarciano a quien le ha tocado el papel de mediador en la liberación de los marineros gallegos de tres buques secuestrados en aguas internacionales. Considera que la única opción para combatir a piratas, como los que actúan en el Índico, además de un acuerdo internacional, pasa por confiar en la experiencia de muchos funcionarios de Aduanas y de la Guardia Civil, baqueteados en combatir el narcotráfico y el crimen organizado, frente a la solución provisional de las compañías privadas. Pero cree que, en estos momentos, lo importante es confiar en las gestiones del presidente del Gobierno y, sobre todo, guardar la máxima discreción respecto a las negociaciones que a todos los niveles se refieren al buque Alakrana y los 36 retenidos.

-¿Ha participado usted activamente , a lo largo de su vida como experto en política de Pesca, en la liberación de tres tripulaciones. ¿Qué cree que tienen en común con el Alakrana?

-El principal nexo que veo es la angustia de los familiares, ya que por muchas informaciones reales que se les puedan dar, nunca son suficientes, ya que sólo les sirve la presencia de sus allegados.

-¿Y la diferencia?

-La principal diferencia es la repercusión mediática, pero no sólo en España sino a nivel mundial. Al mismo tiempo, las tecnologías modernas han hecho cambiar los esquemas de funcionamiento de los secuestradores, pues manejan a la perfección tres tipos de técnicas básicas para su acción: la navegación, las comunicaciones y la influencia que ejercen los medios de comunicación.

-¿Cómo cree que se debe luchar contra esos contratiempos?

-La base para corregir esto es un acuerdo internacional para, no sólo impedir los secuestros, sino que, lo que es más importante, como en los casos de contrabando y terrorismo, poder atacar la logística y los medios necesarios para los secuestros. Es decir, tener presente que son barcos que llegan a 300 y 400 millas de la costa, con motores potentes y que precisan una gran cantidad de combustible. Pero, a la vez, hay que tener en cuenta que los piratas no actúan solos a la hora de llevar a cabo un secuestro, sino que en tierra hay otros líderes de cuello blanco que, desde Londres, de París o Madrid, son quienes dirigen y/o negocian las cantidades a pagar y las condiciones de la liberación.

-¿Concibe esto como un negocio?

-Esto es una industria que busca maximizar beneficios al mínimo coste. Su mercancía es el miedo y trafican con él. Y, su credibilidad está en función de la posibilidad de cumplir la amenaza, pero saben que tampoco pueden tensar la cuerda porque provocaría, por el principio de acción y reacción, un movimiento, que es el que hace falta, que acabaría con ellos.

-Sin embargo ¿Son personas muy peligrosas?

-Su audacia no tiene límites y atacan tanto a buques pesqueros -los más indefensos por tamaño- y también a grandes petroleros, de más de 300 metros de eslora, o incluso buques militares como el de una unidad de la Marina francesa.

-¿Qué podría hacer el Gobierno español para garantizar la seguridad de los pesqueros que faenan en aguas peligrosas?

-Aquí podría aprovecharse la valiosa experiencia de muchos funcionarios del Servicio de Aduanas y de la Guardia Civil que han demostrado su eficacia en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Tanto en los precursores como en la logística podrían aportar su experiencia y ayudar a que en el futuro no se produzcan más situaciones como ésta. Esta claro que, de momento, lo más importante en la liberación de los tripulantes del Alakrana.

-¿No confía usted en las compañías privadas de seguridad?

-Las soluciones permitidas al galope de las circunstancias como la transformación de agencias de seguridad privadas, de escoltas y vigilantes, en mercenarios con armas largas y semipesadas, no pueden considerarse más que provisionales. En primer lugar, porque el costo de este servicio es inasumible para empresas que se dedican a una actividad que ya no es muy boyante; y, en segundo lugar, para eso está el Tratado de Maastrich que establece que si hay un ciudadano europeo pueda contar con las instituciones, de modo que la Política Común de Defensa les sirva de garantía, encuentre donde se encuentre, al amparo de una fuerza que sepa actuar con eficacia y contundencia.

-En el momento en que negoció la liberación de las tres tripulaciones ¿Cuándo, cómo y qué les explicaba a las familias?

-En los momentos de más tensión no se puede explicar nada a las familias. Eso es muy duro para alguien que participa en una negociación de esta naturaleza, pero había información que sabías que no se puede dar, aunque sea positiva, porque el efecto inmediato era su divulgación y los más perjudicados eran los secuestrados. Es más, aún sabiendo que los van a liberar no se le puede decir a las familias porque puede provocar que cambien las circunstancias.

-En ese mismo sentido se acaba de pronunciar el presidente del Gobierno.

-Han sido importantes las palabras del presidente del Gobierno involucrándose personalmente en el asunto. Aunque sea difícil para las familias, hay que tener confianza en el Gobierno y en las instituciones, gobierne quien gobierne, ya que usar para fines partidarios la explotación de un drama humano tan sensible es, simplemente, un error.

-¿Qué opina de la devolución de los piratas a Somalia?

-Un Estado de Derecho no puede renunciar a sus leyes porque se crean precedentes muy peligrosso. Al Estado no se le puede poner de rodillas.

-¿Cree que se debería invadir el buque por sorpresa?

-La intervención de comandos de fuerzas especiales está bien para el cine. En sólo una ocasión, un país, Israel, se atrevió a hacerlo tras el secuestro de un avión en Uganda. Nuestras fuerzas tienen preparación suficiente para un asalto, pero el presidente parece descartar de momento esta opción.

-Su primera intervención como mediador se produjo hace 30 años. ¿En qué consistió?

-Efectivamente, fue en 1979 y a petición de las familias de los marineros secuestrados. intervine para liberar a un capirtán de Cangas cuyo buque fue abordado por piratas en Dajla, la antigua Villa Cisneros. En aquella ocasión se trataba de un chantaje meramente económico y se resolvió cuando el armador pagó diez millones de pesetas de entonces.

-¿Con quién se entrevistó?.

-Fueron tres ministros marroquíes, en concreto, con Ben Suda, ministro consejero del Rey, el de Asuntos Exteriores y del Mar. En esta negociación sufrí mi primera decepción cuando subió el mediador surcoreano con un maletín y vimos como liberaban a los marineros de su país mientras que los nuestros quedaban a bordo.

-¿Le encomendaron también el conflicto del Gargomar que era más político?

-Efectivamente era un secuestro político para exponer las reivindicaciones del Frente Polisario. En este caso sabíamos que los secuestrados no corrían peligro por lo que a nivel diplomático y político se resolvió. En aquella ocasión intervino Felipe González, Gabriel García Márquez y el presidente de Portugal, Mario Soares.

-El tercero de los casos es más parecido al que sufre ahora el Alakrana.

-Se trató también del secuestro de un pesquero en aguas del Índico, en Mozambique, que tenía, sin duda, finalidades políticas, del Frente de Liberación de Mozambique (Frelimo) y económicas. También participé en las negociaciones para la liberación a petición de las familias y al cabo del tiempo conseguimos que fueran liberados en un país colindante, Malawi. Toda la tripulación estaba formada por gallegos, cuyas familias atravesaron por un momento de angustia igual al de hoy.