Todo comenzó sobre las 15 horas, cuando un marinero que regresaba al muelle de Vilanova de Arousa se encontró, a la altura de la playa de As Sinas, con una dorna semihundida y a la deriva. Lo que más preocupó a los que se encontraron con la lancha fue la presencia de varias piezas de ropa y artes de pesca en la zona, lo que hacía pensar que se había registrado un naufragio.

Alertado el 112, este movilizó todos los servicios de emergencias, desplazándose hasta la zona de As Sinas la Salvamar Sargadelos de Salvamento Marítimo, voluntarios de Protección Civil de Vilanova, Policía Local, Guardia Civil y hasta el helicóptero Pesca I, que durante más de media hora peinaron el entorno de la playa de As Sinas para tratar de localizar al náufrago.

Mientras el dispositivo se centraba en la búsqueda, Guardia Civil y Policía Local trataban de localizar a la familia para darles la noticia. Cuando lo lograron, la sorpresa se la llevaron ellos, ya que el propietario de la embarcación, un vecino de Vilanova, estaba plácidamente en su casa sin saber absolutamente nada de lo que había pasado.

Amarrada a un barco

¿Qué ocurrió entonces? El hombre había salido a pescar por la mañana, regresando a puerto poco tiempo después, optando por amarrar su dorna a un barco bateeiro en las inmediaciones del pantalán. Mientras se fue a su casa, los propietarios del barco bateeiro salieron al mar, sin darse cuenta de que en uno de sus costados se encontraba abarloada la embarcación.

El oleaje y y la velocidad del barco bateeiro hicieron el resto, soltando el cabo y dejando a medio hundir la dorna a la altura de la playa de As Sinas, donde fue encontrada poco tiempo después por otros marineros que regresaban a puerto.

Todo se quedó en un susto y en una falsa alarma, aunque ahora queda dirimir quien va a ser el que asuma los gastos de la espectacular movilización de medios marítimos y terrestres que se implicaron en la búsqueda del náufrago que no existía.

Daños

La embarcación fue trasladada al puerto de Vilanova de Arousa, donde el propietario comprobó el estado en que se encontraba y los daños que sufrió durante la travesía sin gobierno a la que le llevó el bateeiro por las aguas de la ría de Arousa antes de acabar medio hundida en el agua.

Segunda ocasión

No es la primera vez que ocurre una situación similar en el puerto de Vilanova de Arousa. Hace ya un par de años, otro barco bateeiro salió del muelle vilanovés sin fijarse en que amarradas por la popa se encontraban dos embarcaciones de vigilancia de la cofradía.

Una de ellas, apenas sufrió daños y no necesitó apenas reparaciones, pero la otra acabó en el fondo de la dársena y hubo que reflotarla, trabajos que no fueron precisamente fáciles para el pósito.