Los planes de humanización tan prodigados en los años noventa han dado muy buenos resultados en aquellas ciudades que se los han tomado en serio. Vilagarcía no ha sido capaz de dar este paso aunque es quizás uno de los municipios en los que resulta más fácil de acometer por sus características orográficas.

Son muchos los expertos consultados y también ciudadanos que consideran muy necesaria la peatonalización de todo el centro urbano, una medida que ningún gobierno ha sido capaz de abordar aunque se les haya puesto sobre la mesa.

Sacar los coches de Doctor Tourón, plaza de España, Castelao, Arzobispo Lago, Conde Vallellano o Rey Daviña, entre otras calles del entramado más céntrico, supondría un gran avance para la ciudad y sobre todo para el comercio establecido, como reconocen en medios del sector.

El ejemplo más claro lo tienen en Pontevedra capital donde sus colegas admiten que han ganado clientela desde que se estableció la peatonalización, denostada en otros tiempos.

Ahora es Vilagarcía la que tiene que empeñarse en resolver el problema del tráfico en el centro urbano, muy colapsado debido a la comodidad de muchos conductores que usan el coche "para salir a comprar tabaco".

Agentes de la Policía Local afirman que se ven sorprendidos por los hábitos de muchos conductores que para cruzar una sola calle "sacan el coche del garage".

"He visto a madres que llevan a sus hijos a clase en coche y viven a escasos 300 metros del colegio", asegura uno de los policías vilagarcianos consultados.

También es fácil observar como un mismo coche pasa una y cien veces por una misma calle a lo largo del día. "A lo mejor sólo buscan un aparcamiento y dan vueltas y vueltas a la misma manzana para aparcar al lado de su puesto de trabajo", agrega. "Nadie se quiere mover ni un metro más de la cuenta".

La calle Arzobispo Lago o Castelao se han convertido en los últimos años en verdaderas pasarelas de vehículos de lujo, no aptos para bolsillos de clase media. Tampoco es infrecuente ver motocicletas a altas velocidades que rugen a las máximas revoluciones con el simple objetivo de "ser mirados".

Por ello, suprimir el tráfico en estas céntricas calles sería positivo en todos los aspectos, desde la seguridad de vehículos y personas a cuestiones medioambientales, tanto de contaminación atmosférica como acústica.

Las autoridades tienen fácil apaño con los dueños de garages a los que podría permitir el paso a reducida velocidad, al igual que los vehículos y camiones de servicio público. Basta con imponer un horario estricto y unas normas básicas.