Cada vez es mayor la concienciación ecológica de la sociedad, y quizás por ello aumentan las quejas y denuncias en relación con todo tipo de delitos, agresiones o incidencias medioambientales. A pesar de ello, el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil parece obsoleto.

Una evidente y preocupante carencia de medios -sobre todo humanos- hace casi imposible que los agentes, a pesar de sus esfuerzos, puedan atender todas las investigaciones para las que son requeridos. Es fácil de entender, sobre todo si se tiene en cuenta que hay sólo cuatro integrantes del Seprona destacados en O Salnés obligados a intervenir en todas sus localidades y en Catoira. Teniendo en cuenta las bajas, periodos vacacionales, descansos y demás, quedan un par de agentes del Seprona para una decena de Concellos.

El número de efectivos es claramente insuficiente. Sería preciso disponer de al menos diez para que pudieran prestar un servicio digno, y desde luego mucho más eficaz. Lo peor es que si ni siquiera pueden acudir a todos los acontecimientos para los que son requeridos puntualmente, mucho menos pueden centrarse en labores de investigación o prevención en los montes, playas y ríos de la comarca, algo que por el contrario sí podrían abordar en caso de que el Seprona ampliara el número de guardias en O Salnés.

En ocasiones, cuando un ciudadano telefonea a la Guardia Civil de Vilagarcía y pregunta por el Seprona, no encuentra a nadie al otro lado del teléfono. Y si resulta que atienden su llamada, antes de acudir al lugar de los hechos es preciso valorar la denuncia en función de la gravedad y priorizar, pues con dos agentes es imposible atender a todos los requerimientos. Por eso a veces los agentes incluso tardan un par de días en acudir al lugar en el que se registra y denuncia un vertido, y a veces cuando llegan ya no quedan pruebas ni evidencias.

Lo que suele ocurrir, como en tantos otros casos, es que cuando se produce un vertido importante o se detecta algún ataque grave al ecosistema se desencadena la alarma social, mediática y política, pero pocos días después suele olvidarse todo y ya muy pocos se acuerdan de los daños medioambientales o de la necesidad de mejorar los servicios disponibles para proteger el ecosistema.

Un vecino telefonea para denunciar que hay un todoterreno subido a las rocas y sobre la arena cada vez que hay jornada de marisqueo en Carril. Otro avisa al Seprona porque se repite un vertido en el puerto deportivo de Vilanova, o porque hay chapapote en Pedras Negras o fuel flotando sobre el río Ulla. Casi al mismo tiempo alguien puede denunciar un vertedero incontrolado en Lobeira, la quema de rastrojos en Xiabre o un relleno en la Red Natura. Todos ellos son ejemplos reales de la actividad que el Seprona debe atender, y que lógicamente no siempre puede abordar.

Ni que decir tiene que los principios y objetivos que se marca la Guardia Civil en la actuación del Seprona están muy lejos de ser cumplidos con satisfacción en una comarca como la de O_Salnés, donde las incidencias de carácter medioambiental son constantes.