fátima frieiro  Vilanova

En Vilanova hay dos cosas que, pese a la divergencia de visiones, unen a pesar de las rencillas. La primera de ellas es la celebración del Momo (en Carnaval) y la segunda es Valle-Inclán. La asociación Amigos de Valle desafiaron ayer a la lluvia para poner en la calle una de las obras más significativas del escritor vilanovés. Lo hicieron con detalle, con cariño y con el apoyo del edil de Cultura que no quiso perderse ni una de las escenas. Quedó, así pues, ratificada la concordia entre Fundación y Amigos de Valle que, durante tanto tiempo, mantuvieron posturas encontradas.

Recrear lo imaginario

La plaza frontal a la capilla de San Amaro fue testigo de las primeras representaciones de la jornada. Marica, Simoniña, Tatula y Juana la Reina pidieron limosna a los escasos transeúntes que pasaban por la calle para dar de comer (o más bien de beber) a un Laureaniño que se paseaba de arriba a abajo en un carro de madera perfectamente adecuado a su estatura.

El emblemático Ciego de Gondar, otro de los personajes de la mítica obra, no pudo representar a viva voz los aleluyas con el acordeón (un repentino chaparrón se lo impidió) pese a que eran ya una decena las personas que ansiaba oír sus versos y su historia.

Los más hambrientos tuvieron la oportunidad, aunque corta, de degustar rosca y empanada regadas por vino de Barrantes.

Por la tarde

El mal tiempo de la mañana no disuadió a los Amigos para seguir con la fiesta durante la tarde. Los escasos admiradores del escritor que se disfrazaron por la mañana se duplicaron para acudir al gran Mercado Marigaila en las inmediaciones de la Casa do Pescador. Muy cerca de la estatua de la protagonista de la obra que, en la plaza de O Castro, descansa convertida en bronce a los pies de su creador.

En la fiesta no faltaron las castañas, quesos de todo tipo, chorizos, pan de maíz y tinto de Barrantes, además de una charanga para animar a todo el público asistente. Que no fue poco.

Pocos minutos después de las siete y media de la tarde, y cuando los estómagos ya estaban llenos, se abrió el telón y empezó a representarse Divinas Palabras, la obra más vanguardista de Valle y que mezcla la marginalidad con la avaricia, así como la fiesta y el adulterio. Todo ello, con un toque de comedia sarcástica propia del escritor arousano. Para terminar la jornada y fieles a la tradición de actos anteriores similares, todos los que aguantaron el tipo degustaron una buena ración de rosca y queimada.