Los integrantes de la Plataforma de Distribución del Mejillón Gallego (Pladimega) tomaron una decisión que meditaban desde hace semanas: frenar la implantación de la central de ventas. Los objetivos perseguidos con su puesta en marcha y la organización de huelgas en los muelles de descarga no se lograron. Y además su aparición en escena sirvió para intensificar el enfrentamiento entre bateeiros y dio paso a una escalada de violencia.

A estas alturas las posturas entre partidarios y detractores de Pladimega están más alejadas que nunca, e incluso en el seno de la propia central existen cada vez más voces críticas, al comprobar que sus planes no dieron resultado.

Por si esto fuera poco, el precio del mejillón sigue en caída libre, el sistema de reparto de pedidos y de compensación de ventas entre asociaciones productoras no se respeta y las relaciones de los productores con el sector transformador (cocederos y conserveras) se han enfriado tanto que algunos bateeiros no tienen forma de colocar su mejillón en el mercado.

Si a esto se suma que hay que sacar el molusco de las cuerdas para preparar la siguiente campaña, y que mientras en Galicia se vive la guerra en los muelles los competidores de terceros países conquistan sus mercados, es fácil de entender que desde hace un par de semanas se aplique entre las asociaciones fundadoras de Pladimega una ley no escrita, la del "sálvese quien pueda".

Unas y otras han empezado a vender producto y a buscar clientes por libre, confirmando la desintegración de la plataforma y explicando a cocederos, conserveros y depuradores que "Pladimega ya es historia y volvemos al sistema de antes", es decir, que cada uno se las apañe como pueda.

Mañana se decidirá si Pladimega sigue adelante -esta es una opción remota y casi protocolaria-, si se disuelve de forma definitiva o si, y esta parece la fórmula, el proyecto se aparca para ser recuperado en marzo, "cuando los ánimos estén más calmados" y, sobre todo, cuando ya esté superada la temporada de ventas navideña y la campaña de la mejilla, es decir, el proceso de encordado o sujeción a las cuerdas de batea de la semilla del mejillón que dará pie a la siguiente cosecha.

Actualmente dar continuidad a Pladimega parece no tener sentido, "pues los sabotajes están causando daño", sobre todo por la desconfianza que generan, " y la gente está muy nerviosa por la proximidad de la campaña de Navidad, por lo que es lógico que cada uno trate de colocar su mejillón", asumía ayer Julián García Mouriño, principal referencia de la central.

No obstante, y aún asumiendo que el proyecto Pladimega "salió mal", también cree que la experiencia obtenida "puede servirnos en el futuro para aprender de los errores".