Nadie pudo ver el momento en el que se efectuaron los dos disparos que, el 15 de julio de 2005, acabaron con la vida de Ramón Outeda Dopazo en el porche de su casa de Cambados en lo que se sospecha, según el fiscal, se trata de un ajuste de cuentas por asuntos de narcotráfico. Sin embargo, tanto la viuda como la nuera de la víctima identificaron, "sin ningún tipo de duda", al acusado, Claudio Esperón Carballa, como la persona que acudió esa mañana en su busca al domicilio familiar de A Modia, tan sólo minutos antes de que se produjese el crimen.

Estas dos personas, que declararon ante el tribunal popular que juzga estos hechos desde ayer en la Audiencia de Pontevedra, fueron las últimas que vieron con vida a Ramón Outeda esa mañana aparte del supuesto asesino. Relataron como el acusado llegó a la casa de A Modia y preguntó por la víctima. Después de comunicarle que estaba en casa, le pidieron al visitante que apartase el coche de la entrada, ya que obstaculizaba la salida de los vehículos y las dos tenían que irse a realizar unos recados. Ambas afirmaron que esta persona no sólo retiró el coche, sino que se fue, en el momento en el que también abandonaron la casa las dos testigos. Mientras que la nuera del fallecido asegura que no volvió a ver el Clío en el que viajaba el sospechoso, la viuda de Ramón Outeda afirma que lo vio casi de inmediato, "dando marcha atrás" para regresar en dirección a su casa. Apenas unos minutos después, cuando regresaba en el coche de hacer la compra, insiste en que observó de nuevo el Renault Clío que supuestamente conducía el acusado saliendo de la pista asfaltada de entrada a su vivienda. Allí se encontró el cuerpo sin vida de su esposo. Presentaba dos impactos de bala. Para ella no existen dudas de que el acusado, Claudio Esperón Carballa es el asesino de su esposo.

Sin embargo, la defensa de Claudio Esperón Carballa -también vecino de Cambados, aunque hacía años que residía en O Carballiño- insiste en que se trata de un cúmulo de casualidades las que han llevado a su cliente al banquillo de los acusados. Esperón Carballa niega ser el autor del crimen y asegura que ni conocía al fallecido ni estuvo nunca en la vivienda de A Modia en la que se cometió el crimen. Reconoce que, cuando lo detuvieron el 23 de febrero de 2007 en compañía de otro ciudadano colombiano a consecuencia de una serie de robos, estaba en posesión del arma que, según los análisis de balística, percutió las dos balas que mataron a Ramón Outeda. No obstante, alega que el arma llegó a sus manos mucho después de que se cometiera el crimen, ya que la compró a finales de 2006 en una cafetería de Valença, en Portugal, a alguien del que tan sólo pudo ofrecer el nombre -un tal Suso- y su descripción física. Cuando un miembro del jurado le preguntó la razón por la cual había comprado un arma en Portugal, Claudio Esperón aseguró que "por protección", ya que estaba en trámites para abrir un club de alterne en O Carballiño y quería estar protegido ante cualquier imprevisto "como un atraco", por ejemplo.

Su predilección por el modelo Clío de la marca Renault es otra de la razones que lo han llevado al banquillo de la Audiencia, según la defensa. Y es que las facturas demuestran que durante los meses en los que se produjo el crimen Claudio Esperón Carballa había alquilado un coche similar al que los testigos vieron en el lugar del crimen.

También prestó declaración durante el juicio la hija del fallecido, que se encontraba en el interior de la casa cuando se produjo el crimen. Asegura que escuchó a su padre hablar con alguien "en un tono de incredulidad, como si no supiera mucho de que iba el tema". Pudo oír como la víctima respondía a su interlocutor con frases como "¿Que dís?", "¿pero por que?" o "eu non" y luego escuchó la primera detonación. "Pensé que eran fuegos, ya que se celebraba el San Adrián, en A Modia". Instantes después sonó la segunda. Al no volver a escuchar a su padre subió la persiana y observó el Renault salir de la casa. Luego fue de las primeras en atender a su padre que murió practicamente en el acto.

Según la acusación particular y el fiscal, Claudio Esperón disparó primero en la cara a la víctima y después la remató de un segundo tiro en el pecho. Solicitan una pena de 20 años de prisión por asesinato. El Ministerio Público solicita una indemnización de 100.000 euros para la viuda de Outeda y otra de 20.000 euros para cada uno de sus hijos. Un jurado popular deberá determinar si el acusado es culpable o no de los hechos. La vista prosigue hoy.