Las bandas de Caldas, Rianxo, Salcedo y Meaño protagonizaron el XVII Festival de Meaño en el que participaron ayer un total de 211 músicos que congregaron a un millar de aficionados en la que por un día fue capital gallega de la música clásica.

A las cinco de la tarde se iniciaba el certamen con el tradicional desfile de las cuatro bandas frente a la Casa Consistorial. Acto seguido comenzaron los conciertos en la Praza da Feira, que permitió escuchar obras de Schostakovich, Holst, Van der Roost o Bart Picqueur, entre otros.

El pasodoble, condición de la organización, volvió a ser el rey de un festival en el que sin embargo no faltaron obras sinfónicas, oberturas o bandas sonoras, en una demostración de las posibilidades sonoras de las bandas de música de la actualidad.

El público, que siguió el concierto sentado y bajo una carpa se entusiasmó con cada una de las actuaciones, en especial, con la de los anfitriones, que fueron los últimos en actuar.

El festival finalizó con la interpretación del himno gallego al unísono por parte de los 211 músicos de las cuatro agrupaciones participantes.

Las bandas han asumido a día de hoy el papel de escuelas de formación musical. No en vano, cada una de las que ayer actuó en Meaño tiene tras de sí su propio centro musical. Entre las cuatro suman un total de 572 alumnos, en una muestra que habla por sí del potencial formador de estas agrupaciones.

Unas bandas que, como quedó patente ayer en Meaño, han sido tomadas de un tiempo a esta parte por la juventud. Los 50 músicos de la banda de Caldas tenían una edad media de 11 años -la más joven de Galicia-; 14 la de Rianxo, 20 la de Salcedo y 16 la de Meaño.

Incluso en la dirección de las bandas (David Fiuza en Meaño, con 23; Rafael Collazo en Rianxo con 29; Daniel Portas en Caldas, con 31 y Diego Rosal con 24, son claros ejemplos de la evolución. Y es que la música consigue hasta "mejorar el coeficiente intelectual".