Las agrupaciones mejilloneras se distancian y enfrentan todavía más; algunos de sus dirigentes se acusan e incluso insultan de forma irreproducible. Los grupos políticos recurren al enfrentamiento habitual; el PP en un lado de la balanza y PSOE y BNG, en el otro. Si esto se adereza con reuniones a dos, tres y cuatro bandas, con bateeiros de base que se sienten engañados y con los intentos de algunos mejilloneros por mantener sus acuerdos en secreto, como si tuvieran algo que ocultar, es fácil entender por qué el borrador de la Lei de Pesca está generando una auténtica tormenta política y social, a pesar de que "ya no tiene marcha atrás".

Y no la tiene porque es un borrador legítimo y, con trucos o sin ellos, participativo y consensuado, ya que tras infinidad de reuniones recibió el respaldo de la mayoría del sector, y especialmente de Opmega, Amegrove, Federación Norte, Agame y Consello Regulador do Mexillón. Sus responsables aprobaron la ley tal y como está redactada, y además se fueron a Santiago para aplaudir al presidente de la Xunta y a la Consellería.

Todo esto quiere decir que la futura Lei de Pesca está encarrilada y que, según dicen los mejilloneros que la apoyan, "es la mejor posible". Todo lo demás son peleas estériles de cara a la galería que nada van a arreglar.

Es como el pleno celebrado ayer en Vilanova para rechazar el borrador. Estaba claro que sería así, pues el PP tiene mayoría, pero también es evidente que nada va a variar esa decisión plenaria.

El PP de Gonzalo Durán, que tuvo la valentía de someter el asunto a debate en público, en lugar de discutirlo de puertas hacia adentro, como hizo la otra parte, convocó el pleno a sabiendas de que daría su rechazo al borrador y aplastaría por número de votos a la oposición: PSOE y BNG. Mientras, los dirigentes que representan a la mayoría del sector volvían a reunirse en Vilagarcía para seguir apostando por la ley e informar de la reunión mantenida con la conselleira de Pesca y el presidente de la Xunta, aprovechando para insistir en sus críticas a los detractores del borrador y achacar la sublevación a "un par de resentidos". Eso sí, se insistió en que la asamblea apoyó la ley, pero nadie sabe por cuántos votos a favor y cuántos en contra.