Tienen fama de tipos duros, pero también lloran. Y algunos lo hicieron el viernes, justo después de que en una tensa asamblea, con representación de prácticamente todas las agrupaciones productoras de Galicia, los mejilloneros dieran su apoyo al borrador de la futura Lei de Pesca.

Lo apoyaron por mayoría porque, al parecer, se recogen sus alegaciones y se protegen los intereses del sector. Y por tanto no hay motivo para estar preocupados. Pero lo cierto es que no todo es tan sencillo, y mucho menos en este sector.

Por eso algunos militantes de base lloraron el viernes, y por eso otros mejilloneros de verdad, los que se parten la espalda a diario y no aparecen en las fotos de prensa ni ocupan los despachos presidenciales, ayer decidieron criticar con toda dureza a sus dirigentes.

"No estamos representados", "nos han tomado el pelo", "se ha cometido un fraude" y "el sector está condenado a muerte". Estas fueron algunas de las afirmaciones que pudieron escucharse, y todo porque el viernes, cuando se votó mayoritariamente a favor de la futura ley de pesca, algunos directivos cambiaron el voto que sus asociaciones habían pactado. Es decir, en los puertos se votó una cosa, y en el auditorio del edificio Mexillón de Galicia, otra diferente. Para entenderlo mejor, cabe aclarar que los productores se integran en asociaciones, y éstas, a su vez, se agrupan en federaciones. Y son los representantes de estas últimas los que, como el viernes, al final toman las decisiones.

"Vamos camino de la ruina, porque ahora, después de que nos engañaran a todos, la ley hará que las concesiones, una vez caducadas -al cabo de 3 períodos prorrogables de 10 años cada uno- tendrán que salir a concurso".

Tal y como se pedía, en ese concurso se premiará a los mejilloneros, para evitar que personas ajenas al sector puedan introducirse en el mismo y "destrozarlo". Pero en ese concurso también se permitirá, salvo que se impida por decreto, que un bateeiro con más dinero que otro pueda quedarse con su concesión.

Las primeras caducarán en el año 2018, y por tanto aún quedan diez años por delante. Pero el problema ya está aquí, y el ejemplo lo pone un bateeiro de base: "Si el año que viene tengo que comprar un barco nuevo, porque el que tengo ya no puede más, tendré que ir al banco a pedir un crédito de 300.000 euros, y cuando se lo pida, presentando la batea como aval, me dirán que no me sirve de nada, pues esa batea puede dejar de ser mía en 2018".

El mismo caso sirve para preguntarse: "¿Cómo voy a invertir ahora 300.000 euros en un barco nuevo si dentro de 10 años puedo quedarme sin batea?".

La situación es compleja, mucho más de lo que puede parecer. "A muchos nos engañaron, diciéndonos en la asamblea de la asociación que teníamos que votar a favor del acuerdo con Pesca porque se va a seguir negociando, y a otros bateeiros los engañaron porque en sus asociaciones votaron que no a ese acuerdo, y sin embargo sus representantes votaron que si en la asamblea general que tuvo lugar el viernes en Vilagarcía", donde se actúa con el voto delegado, es decir, los presidentes tienen la última palabra en representación de sus socios, tanto sin son 60 como 600.

"Los bateeiros de base estamos desprotegidos y atados de pies y manos a causa de unos dirigentes ineptos que sólo piensan en mantener el sillón", esgrimía otro de los consultados. "No es nada nuevo, pero ahora están jugando con el futuro de nuestros hijos", apostillaba. Ahora, con la nueva ley, "puede aparecer alguien fuerte del sector y comprar tres, cuatro o veinte bateas de golpe; y también podemos enfrentarnos unos con otros por la misma concesión", continuaba otro mejillonero, que evidentemente se niega a facilitar públicamente su nombre por miedo a represalias.

Hay incluso quien planteó la emprender movilizaciones, "pero nuestro presidente dice que no lo hagamos, porque si lo hacemos la ley puede ser aún más restrictiva".