Un Samaín terroríficamente divertido
El Samaín de Campelo, una fiesta que surgió a iniciativa de los propios vecinos, sigue creciendo y ayer propuso una fiesta de miedo en la que no faltaron los sustos, los disfraces, las sabrosas castañas o los fuegos del averno.

La fiesta brilló por sus llamativos y cuidados decorados y disfraces. | Gustavo Santos
Las sorpresas y muy especialmente, las tradiciones gallegas de Difuntos fueron ayer las grandes protagonistas en el Samaín de Campelo, en Poio, cuyos vecinos volvieron a convertir esta fiesta en una de las más esperadas del calendario otoñal en la comarca.

Un momento de la intensa celebración. | Gustavo Santos
La Asociación de Mulleres Arela y el Concello de Poio colaboraron para desarrollar esta celeración, que llegó a su décimo tercer aniversario y de nuevo convocó en la Praza da Granxa a un público familiar. Éste pudo disfrutar de distintas experiencias, entre ellas la Casa do Medo, una novedad en la fiesta y que invitó a los asistentes a disfrutar de una tarde terrorífica.
La Casa do Medo se instaló en la antigua guardería de Campelo, totalmente transformada para esta experiencia dedicada al susto.
Los personajes de terror, desde Dracula a Frankenstein, así como los esqueletos, fantasmas y difuntos se multiplicaron como inspiración de los disfraces y también de las propuestas de la fiesta.
Tampoco faltó la escena y Barafunda Teatro representó la obra «Quen dixo medo?», en donde dos personajes invituaron a disfrutar de una terrorífica sesión de sonrisa, invitando a los más pequeños a bailar como locos y a jugar a ser auténticos monstruos. Fue un espectáculo de movimiento ambientado en las historias de la noche del Samaín, que dio paso a la tradicional «corredoira do terror» y al magosto popular, en el que todos los asistentes pudieron degustar castañas.
Y es que uno de los objetivos centrles de la fiesta es reivindicar las tradiciones populares gallegas, en este caso el magosto, una costumbre de origen prerromano que marca el inicido del invierno y que está profundamente vinculada con el culto a los muertos. De hecho la tradición hacía que fuese habitual dejar el fuego de la cocina encendido y alimentos en torno a ella para que los espíritus de los antepados pueden volver a sus hogares durane esa noche, alimentarse de castañas y calentarse.
El Dúo Lá Mecánica fue el encarado de poner música a la degustación, en una fiesta que se prolongó hasta cerca de la medianoche, cuando la Praza da Granxa fue escenario del espctáculo «Lumes do Averno», culminando una jornada en la que el fuego y el misterio se sumaron a la convivencia vecinal y a la buena gastronomía.
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