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Deportista y luchadora, junto y por separado

La pontevedresa Lydia Pérez es un ejemplo de lucha dentro y fuera del tapiz. Esta es su historia de trabajo duro, resiliencia y crecimiento en la diáspora.

Lydia Pérez, de rojo, con sus medallas, con Luis López. |  R. V.

Lydia Pérez, de rojo, con sus medallas, con Luis López. | R. V.

Pontevedra

Lydia Pérez (Pontevedra, 1997) es una deportista y es una luchadora. Su trayectoria deportiva asegura que es lo mismo, sin embargo, al conocer a la persona que hay detrás de las brillantes medallas ganadas, se esconde una mujer a la que su infancia y la necesidad, como tantos gallegos, de ir fuera de su hogar a buscarse la vida, forjaron para el combate.

A los nueve años, la joven niña practicó por primera vez lucha en su ciudad natal. A través de juegos y actividades adaptadas a su corta edad, Lydia se fue familiarizando con el tapiz y disfrutando con el nuevo mundo que se le acababa de abrir.

Del parque de juegos que fue inicialmente, Lydia, con la madurez de los años, tuvo que vivir, todavía en una edad temprana, el divorcio de sus padres. Aquel tapiz tomó, de la noche a la mañana, las cualidades de una fragua. «Siendo totalmente honesta, mi punto de inflexión fue cuando mis padres me dijeron que se iban a divorciar. En ese momento seguía haciendo lucha, pero tenía dudas sobre continuar. La lucha fue lo que me salvó: cuando entrenaba, me despejaba, no pensaba en los problemas de casa. Me aferré a eso como a un clavo ardiendo. Ahí supe que esto era lo que quería», explica la protagonista.

Las dificultades de practicar un deporte alejado de los focos y de la relevancia mediática trae consigo muchos sacrificios. El rendimiento deportivo crecía de manera exponencial y ante la falta de mujeres contra las que combatir, y por tanto, mejorar, Lydia tuvo que tomar la decisión de emigrar a París. En la capital gala pudo crecer y seguir puliendo el cuidado metal en que se había convertido su increíble talento. Hubo muchas rosas en el camino, hasta que las espinas de la flor terminaron pinchándole. Su técnica individual había superado con creces el del resto de luchadoras francesas con las que compartía entrenamiento, por lo que desde el centro de entrenamientos se negaron a entrenarla más. A otros deportistas les hubiera sido un varapalo complicado de superar. Para una luchadora como ella solo fue una motivación más y la constatación de su buen nivel. «En vez de venirme abajo por el hecho de que no me dejaran seguir entrenando porque se negaban a entrenar a una española para ganar a las francesas, me lo tomé como una señal de que tenía nivel y de que me temían. Eso me dio fuerza y me hizo pensar que si ya me fui de Galicia, me podría ir a donde fuese. Pensé que todo pasa por algo y que la vida me estaba indicando el camino. Lo afronté con una actitud muy positiva y con más confianza en mí misma», asevera la lerezana, quien desde hace un mes reside en Estrasburgo, a escasos kilómetros de la frontera con Alemania, y entrena en un centro deportivo en Friburgo.

El mes de octubre ha sido muy fructífero a nivel deportivo. Primero en Katerini (Grecia), y posteriormente en Alejandría (Egipto), la gallega firmó dos actuaciones soberbias que le han hecho ser la segunda en el ranking mundial. Dos medallas de oro en tierras helenas y faraónicas motivaron que el presidente de la Deputación le recibiese en la mañana de ayer para distinguirle públicamente por la hazaña lograda en la disciplina de lucha playa. «Queremos reconocerte tu trabajo a corto, medio y largo plazo. Es un orgullo tener deportistas como tú. Con personas como tú se visibiliza este deporte», manifestaba el presidente provincial, Luis López.

Pese al reconocimiento por su trabajo, Lydia Pérez, ejemplo de trabajo y constancia, huye de la vanagloria y mantiene su rumbo muy definido en los próximos meses y años. «Mi objetivo a corto plazo, en enero, es un torneo internacional en Niza y quiero estar entre las medallas o ganarlo. A medio plazo, conseguir medalla en el Campeonato de Europa o en el Campeonato del Mundo el año que viene. A largo plazo, clasificarme para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles , sentencia la deportista y luchadora.

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