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El peregrino come con monedas: el auge del vending

Su disponibilidad 24 horas con precios asequibles convierte a las expendedoras en una opción interesante

Los peregrinos optan por las máquinas de vending.

Los peregrinos optan por las máquinas de vending. / Gustavo Santos

Pontevedra

El paso de la variante portuguesa del Camino de Santiago por Pontevedra no beneficia únicamente a la multitud de albergues desplegados por las entrañas de la ciudad, la mayoría concentrados en la calle Gorgullón y la avenida Eduardo Pondal.

Las máquinas de vending han ganado popularidad en los últimos años, llegando a establecerse en algunas ocasiones como las principales opciones de los peregrinos en su paso por Pontevedra.

Este tipo de servicios, en su origen solían ofrecer aguas, refrescos, chocolatinas y snacks del estilo, con predominancia de los ultraprocesados.

Sin embargo, ahora son muchas las que cuentan con bocadillos, pizzas o incluso hamburguesas. Además, algunas venden productos de estanco como mecheros o librillos para los fumadores y un variado abanico de productos eróticos.

Siguiendo la ruta del camino portugués, se encuentran varios de estos establecimientos, el primero de ellos justo en la entrada a la ciudad, en O Marco.

El café, uno de los favoritos de los visitantes. |  Gustavo Santos

El café, uno de los favoritos de los visitantes. / Gustavo Santos

Su encargado, David García asegura que «el crecimiento de los peregrinos en los últimos años se está notando, aunque suelen venir con el bolsillo muy contado».

Tras sus tres años de experiencia, cuenta que mantener tres cámaras friogoríficas junto a otra máquina de café durante las veinticuatro horas del día eleva los costes de luz a «unos 200 o 300 euros mensuales».

Sostiene que otra de las grandes fuentes de ingresos llega «por las noches». Con una competencia mucho más reducida su valor aumenta, afirmando que «la gente que trabaja de noche también debe tener acceso a estos productos».

Como complemento

Ángel Abalo decidió ir un paso más allá con su negocio optando por montar una lavandería, la cual ha complementado con las mencionadas máquinas.

Bajo el nombre de «The Way», traducción de «El Camino» a la lengua anglosajona, Abalo lleva cinco años al frente del local.

«Después de la pandemia he notado un gran aumento de peregrinos», garantiza el dueño del servicio de lavandería y vending.

Cree que lo mejor de su negocio es «la ubicación», que aumenta con creces el tráfico de usuarios que realizan el camino por su local.

«Los productos más vendidos siempre suelen ser las bebidas, sobre todo aguas y cafés», reflexiona, recordando que «es difícil tomarte un café por un euro hoy en día, no lo encuentras en ningún sitio».

El gran problema

A pesar de las cámaras de vigilancia y de pasar por el recinto a limpiar o reponer «prácticamente a diario», uno de los grandes inconvenientes de este negocio continúa siendo «el vandalismo».

Al tratarse de locales sin vigilancia presencial y tener «una gran afluencia nocturna», es bastante habitual encontrarse desperfectos en las máquinas y el resto de instalaciones.

Ángel Abalo confiesa que «ahora mismo tengo la mampara de una de las máquinas completamente rota». A pesar de contar con un sistema de videovigilancia, los procesos de denuncia «suelen ser bastante lentos», confirma.

Reconociendo la existencia de esta problemática, David García, aconseja a sus compañeros de gremio, «contestar a las llamadas por incidencias o averías».

«Al estar pendiente y encima del cliente, es más difícil que sucedan este tipo de incidentes», sostiene, reconociendo que, por el momento, él no ha tenido problemas y complementando su experiencia con una «muy buena relación con los vecinos y los comercios de la zona», lo que «siempre ayuda».

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