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Pontevedra-Osasuna Promesas (2-2): Diez asaltos de locura y épica

Los granates salvan un punto en una tarde de remontada

Pontevedra

La primera mitad arrancó con una aceleración fuera de lo común: errores no forzados, falta de calma en las jugadas y presiones tan altas como eléctricas. Dentro de ese ambiente de nerviosismo, Yelko Pino cedió el balón a su guardameta con una potencia excesiva y a Marqueta, con el riesgo de un posible gol en contra nada más empezar, se vio obligado a desviar el esférico y provocar una cesión. El maño, con una intervención arácnida, repelió la gran ocasión de los navarros de abrir el marcador. A esa fase desenfrenada le siguió un dominio estéril del Pontevedra entre la rocosidad del filial. Los granates, mucho más incisivos, eran incapaces de materializar los numerosos ataques al arco de Stamatakis, pese a la buena capacidad combinativa que estaban mostrando. El desacierto local, más importante en ello que los buenos repliegues osasunistas. Ni a través de tiros desde la frontal, ni aprovechando balones muertos, ni con cabeceos a balón parado. Tiago, Álex González, Garay, Alain o Brais Abelenda, todos lo intentaron en varias ocasiones y nada, ninguna alegría granate. Los jugadores se marcharon sin cambios en el marcador al descanso.

El descanso trajo consigo un ajuste ofensivo del Osasuna Promesas, esperando a que salten los laterales para correr al espacio, y una plana propuesta del Pontevedra. La verticalidad visitante, desaparecida hasta el momento, trenzó algún ataque intimidatorio gracias a Pedroarena, un suplicio para Garay. Precisamente, de las botas del pamplonés, se rompió el empate en Pontevedra. Una jugada un tanto caótica, con un balón muerto en la línea de gol que el '19' no despejó y el '11' no perdonó. Rubén Domínguez, no tuvo otra que agitar el árbol y volcar al ataque a su equipo, aunque sin rastro de esa actividad ofensiva de la primera mitad. A falta de trece minutos, en un nuevo error de Garay con una pérdida grosera en área propia, los de Santi marcaron el segundo tanto de la tarde.

En el 87' Resende recortó distancias ante el ataque indiscriminado de los suyos en un disparo con cierta fortuna, que primero se estrelló en la madera y después envió al fondo de las mallas. Pasarón y sus jugadores creían en el milagro, y tras un córner en el descuento, Vidorreta puso el 2-2 en el marcador. Epicidad y un descuento muy extenso eran los ingredientes para cocinar la épica. Lo intentaron, lucharon, derramaron hasta la última gota de sudor y finalmente, no hubo más premios.

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