«Desgraciadamente las brujas están más muertas que nunca»
El centro de la UNED es escenario hasta el próximo mes de diciembre del curso “La Brujería en el arte: de hechiceras a la factoría Walt Disney”, en el que el historiador e investigador Xosé María Leal Bóveda propone un acercamiento a hechiceras, curanderas etc que fueron capaces de desafiar los órdenes establecidos en su tiempo y que todavía son perseguidas hoy en varios países.

Xosé María Leal Bóveda imparte en la UNED el curso «La Brujería en el arte». / FdV
Los artistas, recuerda osé María Leal Bóveda, han ido reflejando la visión sobre las brujas. Algunos de ellos, como Goya, lucharon contra la imagen «ignorante e interesada», subraya el investigador, en cuyo curso se repasa la historia de estas mujeres a través de la creación artística.
¿Las brujas están más vivas que nunca?
Desgraciadamente las brujas están más muertas que nunca. Y digo esto porque el curso, entre otras cosas, es un homenaje a todas aquellas mujeres que, todavía hoy, son asesinadas, quemadas etc, acusadas de brujas. Es un alegato en favor de todas esas brujas que, a día de hoy, siguen siendo asesinadas en países africanos, sudamericanos etc. Y, por otra parte, contradictoriamente, siguen estando muy vivas porque Hollywood ya se empeña en que así sea, aprovechándose de su figura.
¿Desde cuándo hay constancia de la existencia de estos personajes?
Aquí tenemos que distinguir bruja de lo que es una hechicera, que es aquella persona, generalmente mujer, a la que se le atribuyen una serie de poderes, a través de pócimas, ungüentos, ritos etc, para revertir un hecho natural de la sociedad. Esas son las hechiceras: tienen un gran conocimiento de lo que es el entorno natural y cultural que hay a su alrededor y a través de ese conocimiento, sobre todo de plantas, se cree que pueden subvertir o revertir un hecho social, natural etc. Por ejemplo, el hecho de provocar una tormenta, de provocar el mal, que sería magia negra, o, en el caso de la magia blanca, curar a otra persona. Las hechiceras las conocemos desde las sociedades clásicas grecolatinas, de hecho eran mujeres a las que se acudía con gran frecuencia, aunque se les dispensaba un cierto miedo porque se les atribuían esas propiedades.
¿En qué momento cambia la percepción social sobre ellas?
A partir del desarrollo del cristianismo se va produciendo una especie de arrinconamiento de estas personas. Y a partir del siglo III y, ya mucho más a partir del siglo VIII, el paganismo anterior al cristianismo cae en desgracia y es demonizado, distinguiéndose entre hechiceras y brujas, estas últimas asociadas a pactos con el diablo, especialmente durante las crisis del siglo XV en Europa y la península Ibérica, donde las calamidades se atribuyen a las brujas en lugar de a la falsedad de la iglesia y la nobleza.
¿Qué diferencia a una hechicera de una bruja?
Una hechicera sería una meiga en Galicia. Y una bruja es aquella persona, aquella mujer, que aparte de todo lo anterior, de todo lo que era una hechicera, hace un pacto con el diablo y tiene relación carnal con el diablo. Esto, por supuesto, siempre según la ideología cristiana.
¿Galicia presenta particularidades diferentes?
Galicia es una es una extensión de lo que sería la península ibérica y a su vez ésta es una extensión de lo que ocurría en Europa. Llegados al siglo XIV y sobre todo durante el XV, Europa y dentro de ella la península ibérica van a vivir unas situaciones económicas, sociales y políticas muy complicadas. Aparece la peste negra, que diezma en aproximadamente la mitad de población en Galicia y en un tercio a Europa. La iglesia cristiana atribuye la peste negra a los a los judíos y en Europa se le va atribuyendo ya a circunstancias relacionadas con la brujería. El siglo XV es horrible, hay muchísimas guerras en Europa entre los nuevos estados, reyes católicos, guerras con Francia, Francia con Inglaterra, el sacro imperio romano germánico con los turcos… Un periodo intensísimo de guerras, y si se le suma el caos de la peste negra, la caída de las cosechas, los diezmos, y que los nobles y la iglesia van a querer seguir cobrando los mismos impuestos o más a los campesinos, se da un escenario en el que se van a atribuir todos esos males a esas señoras que por las noches vuelan en escobas y van acompañadas de búhos, gatos, etcétera, y vuelan a reunirse en los llamados aquelarres, a reunirse con otras de su misma calaña, que también hicieron un pacto con el diablo. Las calamidades de la peste negra, las guerras y la carestía no se atribuyen a la falsedad de la iglesia y la nobleza, sino a esos seres llamados brujas.
Hollywood se ha encargado de perpetuar una imagen estereotipada.
Como siempre en occidente el capitalismo va a aprovechar cualquier cosa para sacarle rendimiento, y un ejemplo es Hollywood, que aprovecha hasta la sociedad el tema de la brujería y todavía sigue haciendo películas con títulos como «La caza de brujas», «El último cazador de brujas» etc en las que ellas acaban desempeñando un papel de chicas hipersexualizadas que de repente se convierten en seres atroces, que vuelan, que tienen garras... Y ellos son los justicieros que, por mandato eclesial, se van a la búsqueda de brujas. Por otra parte, es bastante común el hecho de presentarlas en comedias de cuño familiar, facilón, esa bruja ama de casa que atiende a sus niños y a su marido y hace sus hechizos con su nariz.
Porque son brujas, no brujos.
¿Y por qué? ¿Es que no hubo brujos? Claro que si, y lo sigue habiendo en esas sociedades menos desarrolladas. Porque la mujer está estigmatizada como la provocadora del mal de la humanidad desde el pecado original. El demonio en forma de serpiente tienta a la mujer y ella, que es débil e ignorante, pica, come de la manzana y le da de comer al pobre Adán que esta por ahí contemplando el paraíso. A partir de ese argumento la mujer está estigmatizada ya del origen de los tiempos como mala, perversa, causante de la maldad y, sobre todo, ignorante porque se deja engatusar por el demonio.
La familia pagaba la leña de la hoguera, el sueldo del torturador y el convite al jurado
El caso paradigmático en Galicia es María Soliño.
María Soliño (que no Soliña) era una hidalga a la que, sencillamente, querían robar, que bajaba a la playa tras la muerte de cientos de vecinos de Cangas, algo que ellos identifican interesadamente como esos cultos al demonio. Es interrogada por la inquisición, torturada hasta la saciedad y de una forma atroz y criminal hasta que al final, como todas, acaba diciendo que sí, que tuvo trato con el demonio. La denuncian para quedarse con sus tierras, no por otra cosa. Y la prueba de ello es que cualquier mujer que era denunciada por un hecho similar, por un pacto con el diablo, acababa siendo quemada, pero curiosamente María Soliño, habiendo confesado, la condenan a llevar 6 meses un sanbenito, y la pasean por Cangas montada al revés en un burro. No la queman, implícitamente reconocen que la acusación no es verdad, pero se quedan con todas sus tierras y rentas. Efectivamente es el caso más arquetípico en Galicia.
Asegura, que con todo, la tortura no era lo peor.
No, lo peor era que después se ser torturada y confesar te llevaban a la hoguera. Pues la familia debía de pagar la leña con la que se hacía la pira, los servicios del torturador (que se esmeraba, no torturaba solo sino que también se excedía en otras cosas) y pagar el convite que celebraba el tribunal de la inquisición tras la quema.
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