Abuelos, padres, hijos y nietos de pulpeiros
Casa Fidel recibe la «medalla de oro del pulpo» en honor a Guillermina y Fidel, sus fundadores

Iago y María Luisa, junto a la medalla. | Gustavo Santos
Miguel Salgado Reboreda
En 1956, Guillermina y Fidel decidieron abrir una casa de comidas para mantener a su familia. El pulpo, su carta de presentación en el centro histórico para y todo aquel que visitase la ciudad. Un matrimonio de gente humilde y trabajadora que con mucho esfuerzo buscó darle lo mejor a sus descendientes. Esa generación correspondió todo ese cariño heredando el negocio sin saber en qué se convertiría en la actualidad.

Miembros de la cofradía, con las distinciones. | Gustavo Santos
Cuatro generaciones después, esa esencia hogareña sigue intacta. La Cofradía de la Orden del Pulpo, la única existente en toda la autonomía, decidió distinguir con la «medalla de oro del pulpo» a ese establecimiento. Iago, el bisnieto de los fundadores, recibió el reconocimiento junto a su madre, María Luisa Rodríguez, y la infinidad de clientes que llegaban al local en hora punta para disfrutar de las delicias que allí se sirven Empanada, pimientos o croquetas son algunas de las raciones que acaparaban las miradas de los nuevos clientes antes de sentarse en sus mesas.
La reciente jubilación de su marido, el nieto de Guillermina y Fidel, ha hecho que María Luisa esté ahora al frente del local. «Empezaron los abuelos con sus tres hijas: Sira, Olga y Julia. Después se quedó una de ellas, mi suegra Sira, al frente del negocio. De allí llegó a mi marido y ahora estoy yo», relata orgullosa y visiblemente emocionada tras recibir el galardón.
Como a cualquier persona, la satisfacción que genera el saber que su trabajo lo está realizando bien fue la principal causa de las tímidas, aunque muy sentidas, lágrimas de Rodríguez. «Estoy toda emocionada, llorando, porque es muy bonito que reconozcan tu trabajo. Todos trabajamos, y cuando nos dicen que lo hacemos bien, que estamos cumpliendo, eso nos hace mucha ilusión», aseguró.
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