«No podemos vivir el uno sin el otro», afirmaba Marisol, la víctima de Campo Lameiro

La terrible dependencia emocional que la mujer tenía de su maltratador hace sospechar un suicidio

José Ramón pasó a disposición judicial el pasado 21 de mayo, pero fue puesto en libertad ese día

Él decía que la cárcel "no es vida" y mandó un mensaje a su abogado: "Adiós para siempre"

Efectivos de la Guardia Civil en el monte donde murieron Marisol y José Ramón.

Efectivos de la Guardia Civil en el monte donde murieron Marisol y José Ramón. / GUSTAVO SANTOS

Pontevedra

¿Qué falló? Es la eterna pregunta que se formula cada vez que una mujer es asesinada en un caso de violencia machista. La rabia, la impotencia y también la tristeza llevan a la sociedad a preguntarse una y otra vez qué no se hizo o que se podría haber hecho para evitar cada muerte, porque no son simples cifras, sino vidas.

¿Qué proceso tan terrible y cruel de dependencia puede generar un maltratador sobre su víctima para que ella llegue a afirmar ante los agentes que en caso de que se le impida estar con él "sería capaz de hacer cualquier cosa"? ¿Por qué el sistema no es capaz de proteger a una mujer que dice que estaría dispuesta a quitarse la vida si no se le permite estar con él porque no pueden vivir el uno sin el otro? Son las impactantes declaraciones que realizó Marisol, de 49 años y hallada calcinada el pasado 31 de mayo junto a su pareja en Campo Lameiro, cada vez que José Ramón, un maltratador de 50 años condenado por violencia de género, quebrantaba la orden de alejamiento para vivir juntos.

Este caso es uno de esos en los que se buscan culpables más allá del presunto asesino. Esta pareja, vecina de Moraña, fue encontrada muerta en circunstancias que todavía se están investigando. Aunque todo apunta a que fue un asesinato machista, cada vez cobra más fuerza que se pueda tratar de un suicidio acordado. ¿Se podía haber evitado si se le hubiera encarcelado antes a él?

Ella se encontraba en el interior del coche totalmente calcinada, pero él en el exterior, mucho menos afectado por el fuego. El estado de los cuerpos y las circunstancias de la muerte complican los trabajos de los investigadores, así como hace unos días las propias pruebas de ADN.

En Protocolo 0

Según ha podido saber FARO, en las diligencias policiales figura que la mujer protestó en varias ocasiones por haber sido incluida en el sistema de vigilancia VioGén y pidió reiteradamente que se retirase la orden de alejamiento contra José Ramón. Hay que puntualizar que Marisol figuraba en el sistema por el Protocolo 0, una innovación aprobada por el Ministerio del interior en 2021 para acoger a las víctimas que no denuncian, ya que ella nunca lo hizo.

De hecho, a finales de 2021 ingresó en el Hospital Montecelo con golpes por todo el cuerpo, los ojos morados y un corte en la cabeza. Un agente de la Guardia Civil fue a hablar con ella en el centro hospitalario ante la sospecha de que hubiese sido agredida por su pareja, pero ella lo atribuyó a una caída y a que se golpeó cortando leña. Fue ahí cuando se realizó esa denuncia de oficio por parte del puesto de la Guardia Civil de Cuntis, ya que ella se negó a denunciarlo a él, al que se le concede una orden de alejamiento.

De este modo, la mujer fue una de las primeras víctimas en España en entrar en VioGén a través del citado Protocolo 0, en riesgo alto. En la plataforma informática del sistema de vigilancia consta la realización de más de un centenar de valoraciones policiales periódicas, anotaciones de los seguimientos, llamadas telefónicas, entrevistas personales y contravigilancias efectuadas para protegerla, lo que no evitó su terrible final.

Cuatro detenciones

La orden de alejamiento iba a finalizar en noviembre de este año, pero a finales de 2023 se realizaron diligencias por un quebrantamiento que se comprobó en una vigilancia. Ese día, el 19 de noviembre, ella misma manifiesta a la Guardia Civil que se ha ido a vivir a casa de su agresor, la cual considera su «propio domicilio». En ese momento se le informa de que la medida judicial sigue en vigor, pero ella responde que «en ningún momento» pidió la orden de alejamiento.

Era tal la dependencia emocional que la víctima tenía de su pareja que llegó a abandonar a sus cinco hijos en el domicilio de sus padres.

José Ramón, según ha podido saber FARO, fue detenido en cuatro ocasiones. La primera fue aquel 2021, tras la primera agresión; la segunda ese noviembre de 2023, por saltarse el alejamiento y vivir juntos, y dos más en mayo de 2025.

En VioGén constan más de un centenar de acciones efectuadas para su protección

Este mismo año, en el que se desencadenó el temido final, se realizaron nuevamente diligencias por un quebrantamiento de condena. De nuevo Marisol manifiesta el 16 de mayo pasado que vive en la casa de él y que no le importa que exista esa orden, que su «amor es muy fuerte» y que «nadie nos va a separar». La mujer manifestó libre y espontáneamente que en caso de que se le impidiese estar con él «sería capaz de hacer cualquier cosa», incluso quitarse la vida, y que su pareja haría lo mismo, ya que «no podemos vivir el uno sin el otro».

Ese día, después de que José Ramón fuese puesto en libertad, se realiza una llamada telefónica a la víctima, comunicándole que el alejamiento sigue en vigor, respondiendo ella que está «muy tranquila» y que él ya no vive allí.

A esas alturas, faltan muy pocos días para que la pareja aparezca muerta en un camino del monte de Campo Lameiro. La alarma salta el pasado 19 de mayo, cuando se informa a la Guardia Civil de que José Ramón no acude a su puesto de trabajo. El cuerpo policial se desplaza al domicilio y comprueba que no se encuentran en la casa ni él ni ella, pero tampoco su coche. Se inicia su búsqueda.

Fugados juntos en Lugo

La investigación y seguimiento que realiza la Guardia Civil les lleva hasta ellos el 20 de mayo, siendo localizados por una patrulla del Seprona, en la localidad lucense de Bóveda por el modelo de vehículo y matrícula. Fue crucial para el hallazgo la retirada que hizo Marisol de 200 euros en un cajero automático en Monforte.

Solo un día después, el 21 de mayo, José Ramón es puesto a disposición judicial en Monforte, pero se decreta su libertad, una decisión judicial muy difícil de entender a nivel social dadas las circunstancias que rodeaban el caso.

A Marisol se la llama el 23 de mayo desde el equipo VioGén y manifiesta que está sola y bien, pero a partir de ahí ya no se la localiza más. Él también está desaparecido. Una semana después son hallados muertos juntos en Campo Lameiro.

Reiteradas advertencias del comandante de la Guardia Civil de Cuntis

Sobre José Ramón G. S. pesaba una inminente orden de entrada en prisión por maltrato, una cuestión que la investigación considera clave para entender el final de la pareja, hallada calcinada en Campo Lameiro. Al ser detenido el día 16 de mayo y advertírsele del auto de ejecutorias del 14 de mayo por el que se decretaba su ingreso en prisión, dijo que «no llegaría a hacerlo, eso no es vida» y que no entraría en la cárcel. Es más, mandó un mensaje a su abogado en el que le decía «adiós para siempre».

La Guardia Civil advirtió en reiteradas ocasiones sobre la posibilidad de conductas autolíticas, es decir, suicidas, de Marisol. Así, el comandante del puesto de Cuntis llega a oficiar al Juzgado el día 20 de mayo de este año advirtiendo de que ella le había dicho que estaba dispuesta a quitarse la vida si no se le permitía estar con José Ramón, que no razonaba de manera lógica y que repetía esa frase continuamente. Advierte al Juzgado de la «fuerte dependencia emocional» de la mujer y de que rechazaba cualquier tipo de ayuda, a pesar de que se le ofreció contactar con psicólogas y abogadas del Centro de Información á Muller, CIM. Se aconsejaba su examen por un forense.

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