«El cómic sorprende, es difícil hallar su calidad en literatura»
La historietista Teresa Valero forma parte del selecto grupo de grandes creadores de cómic. Estuvo en la ciudad presentando «Contrapaso 2», basada en un arduo trabajo de investigación sobre el Franquismo y cargada de mensaje social, es también bella. Sus planos cinematográficos enganchan por sí mismos.

Teresa, tras un café de despedida de la Boa Vila, de la que buen sabor se llevó. / Gustavo Santos
La mano de Teresa Valero se adivina en las composiciones visuales complejas que muestran sus dibujos. Como una secuencia de planos sugestivos, desde ángulos que solo cogería una cámara cinematográfica, va contando sus historias que van, además, cargadas de contenido, como una invitación a la reflexión. Pero claro, como ella misma dice, «vengo del audiovisual, hice mucho storytelling». Muchos años antes, había dejado a sus padres perplejos cuando les dijo siendo pequeña que «quería hacer dibujos animados». Hoy, mucho trabajo y esfuerzo después, es una figura indiscutible del mundo del cómic. Pontevedra pudo disfrutar de su presencia y saber hacer, gracias al Festival BDra Gráfica. Pero ella ya sabía dónde se metía al venir porque «Galicia es uno de mis lugares favoritos en el mundo. Quiero a esa tierra que tiene una gente que recibe con los brazos abiertos», afirma ya de vuelta en su Madrid natal.
A su juicio, ¿qué tienen las historias gráficas que las hace magnéticas?
El apoyo de la imagen es un plus de placer. Es sensorial, puedes ver el aspecto físico de los personajes. Y hay un grafismo súper variado y sorprende a cada paso. Puedes venir de algo que está hecho hiperrealista o parece hecho al óleo o tintas planas, surrealistas... El abanico es tan sumamente enorme que es una de las cosas que más me gustan del cómic. Lees cosas súper diferentes y que te asombran cada vez. Si no has leído cómic te sorprenderá ver que no es una cosa menor. Es difícil encontrar esa calidad incluso en la literatura de siempre.
Acaba de presentarnos «Contrapaso 2», ¿con qué se va encontrar el lector en este libro?
Va a encontrar a las mismas personas, pero mucha más información sobre sus vida personal y sus conflictos. Además de una historia nueva relacionada con el mundo del cine y la censura que sobre él ejerció el Franquismo. Y también sobre la especulación inmobiliaria que hubo en las grandes ciudades, a cuenta de la inmigración masiva que vino desde el campo a las ciudades. Y cómo había que alojar a todas esas personas que venían sin casa. Invita a la reflexión de cómo se vive de verdad bajo una dictadura y lo que pierde uno. Hoy vemos que la población se polariza y eso hace que sea más violenta. Nos haría falta gente más moderada con mensajes calmados. Si no, es peligroso porque la gente se deja llevar por el desprecio y el odio al otro.
La autora, ¿crece con los personajes? ¿Hay intercambio con ellos?
Sí, sí, totalmente. Es una especie de terapia psicológica. Tratas de empatizar con personas que, muchas veces, no tienen tu misma ideología, edad, ni nada. Estás fantaseando, pero a la vez, para darle verosimilitud tienes que hacer un ejercicio grande de observación y empatía. A mí eso me sirve para tratar de salir de mis certezas y mi pensamiento más sólido. Y empezar a dudar de ciertas cosas .
¿Cuál es su punto de inspiración que le hace crear una historia?
En mi caso, cuando son relatos históricos, es también explicar un poco el punto en el que estamos ahora en el país. Tratar de darle un sentido a nuestro presente y en ello nada mejor que intentar comprender el pasado. Cómo fueron esos 50 años y, antes, la Guerra Civil. Te pones a leer y encuentras montones y montones de historias que te fascinan. Y es fácil coger la ola y tirar para adelante.
De las técnicas que utiliza, ¿en cuál se siente más feliz?
Los medios naturales sobre el papel no me cansan, pero es un proceso lento. Por eso, para sacar páginas, trabajo en digital. Pero pintar a mano te permite una aproximación mental y física. Es un acto de placer físico.
Escuchándola parece que fuera una cosa sencilla eso de crear.
Hay veces que estás muy presionada , hay que correr mucho y se pasa muy mal, también.
Su estudio es amarillo vibrante lleno de luz. ¿Tiene alguna manía o costumbre a la hora de trabajar en él?
Me he dado cuenta de que según me voy haciendo más mayor tengo ciertas preferencias con la temperatura, la luz... Tiene que ser particular porque si no fastidia mucho con los monitores. Y no es la misma luz que si pintas sobre papel. Y necesito cierta comodidad física, por ejemplo, en verano estoy descalza, que me agobia el calor de Madrid. Y siempre dejo el estudio recogido.
Un consejo para quienes, como usted, se atrevan a decir a sus padres: «Yo voy a dibujar».
Es fácil morir de hambre mucho tiempo, se necesita un poco de suerte y tener unas buenas espaldas. Porque como se trabaja en cómic no se trabaja en ninguna parte. Pero uno no debe quedarse con la sensación de no haber hecho lo que quería. Es una profesión muy dura, pero todo lo que vale la pena en la vida exige mucho. Y cuando sopla es increíble sentir a la gente.
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