Recordatorio de resistencia y dignidad

Fue vecina del barrio de O Pino y una de las pontevedresas que, muy a su pesar, encarna de un modo más claro la represión tras el golpe de Estado de 1936: la Señora Pepa

Ella da nombre a una nueva calle de la Boa Vila, en la que sufrió el asesinato de su hijo, y el encarcelamiento de su marido e hijas

Descubrimiento de la placa de la nueva calle de Pontevedra.

Descubrimiento de la placa de la nueva calle de Pontevedra. / GUSTAVO SANTOS

Pontevedra

Señora Pepa. Mucho más que un nombre en un mapa o en un cartel, su nombre será un recordatorio perpetuo en el callejero de la Boa Vila de resistencia, dignidad, compromiso y amor a la familia. Servirá de excusa para no olvidar nunca el ejemplo de Josefa Vázquez Juncal, que desde ayer, y gracias a una iniciativa impulsada por la Asociación de Vecinos Salcedo Norte, da nombre a la nueva calle que conecta Luis Braille con Santa Lucía, A Corva y Pintor Urbano Lugrís.

Era conocida en la zona por su relación con la factoría de herramientas «Os Ferreiros do Pino» de la parroquia de Salcedo. Sus vecinos recuerdan que tenía un pequeño taller de costura en el sótano de su casa, «además de vender las herramientas de la fábrica familiar en ferias y mercados, transportándolas en un carro tirado por caballos».

Nacida en 1889, en su juventud ignoraba que muy a su pesar se convertiría en un ejemplo de las vidas marcadas por la brutal represión. El asesinato y tortura de su hijo mayor, Edelmiro (Milucho), líder del Partido Socialista en 1936, sumió a su familia en un dolor inmenso. Sus hijas, Fina y Tucha, sufrieron la humillación de ser rapadas, encarceladas y apartadas de sus profesiones, y su esposo, Antonio Dios, estuvo preso durante meses.

Para conseguir liberarlo, tuvieron que pagar sumas muy elevadas, al igual que el hermano mayor de Josefa, Edelmiro Vázquez.

El acoso que hizo tanta mella en la economía doméstica, la persecución que hasta alcanzó al perro de la familia, Leal, al que mataron los guardias por alertar de su llegada, y la intervención de su negocio familiar convirtieron su hogar, en el que dio a luz a 11 hijos, en un lugar sin paz ni alegría.

A pesar de la agonía de aquel tiempo cruel e injusto, la Señora Pepa, mujer bondadosa y luchadora incansable, mantuvo viva la llama del recuerdo y el amor por los suyos.

Asistentes entre el público lloran emocionadas. |  Gustavo Santos

Asistentes entre el público lloran emocionadas. | Gustavo Santos

Según la memoria popular, la bandera de la Sociedade de Agricultores de Salcedo fue diseñada por Castelao y bordada por Josefa Vázquez Juncal. Ella bordó «hilo a hilo, puntada a puntada, entre lágrimas de dolor, en el silencio eterno de la casa», recuerdan sus vecinos, este símbolo definitivo de fortaleza y honor de una familia que nunca olvidó, que siempre se mantuvo en pie y que sigue manteniendo viva la llama del recuerdo de todas las personas que lucharon por la libertad.

Estuvo oculta en una casa de la parroquia, donde permaneció 64 años. En el año 2000, Arturo Estévez la donó al Concello de Pontevedra y el pasado año fue una de las piezas de la exposición «Pontevedra no tempo» que recorrió los hitos de la Boa Vila. Hoy esa bandera sigue siendo un testimonio mudo del valor de la lucha por la libertad.

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