Entrevista | José V. Moure Experto en la biografía de la vidente de Fátima
«Sor Lucía salvó a dos niños de morir ahogados en Placeres»
Dentro de los preparativos del Año Jubilar, la Casa del Inmaculado Corazón de María (antes Santuario de las Apariciones) fue escenario ayer de la conferencia de José Victorio Moure sobre sor Lucía, la vidente de Fátima

José Victorio Moure, autor del libro «Sor Lucía: la luz que brilló en Pontevedra». / Rafa Vázquez
Los voluntarios que colaborarán en las celebraciones del centenario de las apariciones en Pontevedra fueron los principales destinatarios de la charla impartida por José V. Moure, que explica que, especialmente, ha querido centrarse en «el tiempo que estuvo sor Lucía en Pontevedra, anécdotas y aspectos poco conocidos de ella».
—¿En general, qué desconoce el público sobre Lucía dos Santos, sor Lucía?
Yo diría que todo (sonríe). En general en Pontevedra se ignora mucho sobre Sor Lucía, se sabe más en Portugal sobre el tiempo que estuvo ella aquí de lo que sabe la gente de Pontevedra. Y, eso, entre otras cosas, se produce por un motivo: ella estuvo aquí estuvo aquí de forma anónima, vivió en Pontevedra bajo el seudónimo de Dolores, de modo que la mayor parte de la gente no la conocía y desconoce mucho de ella, aunque por supuesto hay gente que sabe.
—Llegó a Pontevedra siendo muy joven…
Vino para España con 18 años. Después de que murieran sus primos, se fue al colegio de asilo de Oporto, que era de las Doroteas. Y fue allí cuando le ofrecieron ser postulante, porque aunque hizo el bachillerato no le dejaban presentarse al grado de reválida, de modo que no la hizo y por eso después tampoco le permitieron ser maestra, que era su verdadera vocación.
—¿Quería ser maestra?
Así es, su vocación era ser maestra. Ella además había empezado a estudiar francés porque quería entrar en un instituto en Francia, pero tampoco le dejaron continuar con el francés.
—¿Por qué le impidieron formarse?
Por guardar el anonimato. Yo lo atribuyo a un complejo, por llamarlo de alguna manera, del obispo de Leiría. Él dijo, bueno, si esto es un invento de los niños se desinflará, y si no, pues seguirá adelante aunque no estén ellos ahí y aunque no se los vea. Francisco y Jacinta ya habían muerto y Lucía era la única que quedaba viva, de modo que le pusieron Dolores para preservar el anonimato. Yo creo eso, que fue en realidad un complejo o un miedo que les entró a si finalmente las apariciones no eran tal. Pero la realidad es que el tema se expandió y hay están 150 países que están en el Apostolado de Fátima, sí que había una semilla y cuajó bien.
«No le permitieron ser maestra, que era su verdadera vocación... Por guardar el anonimato»
—¿Ese anonimato obligado también está detrás del hecho de que se tardase dos décadas en revelar el mensaje de Pontevedra?
Ella ya se lo había pues dicho, es decir, lo había profetizado en 1917. Se tardó efectivamente mucho, muchísimo. Pero es que ni las monjas de Pontevedra sabían quién era, solo conocía su identidad la superiora, la madre Magalhaes, aunque había quien lo sospechaba, pero cuando los rumores se disparaban se iba para Tui.
—¿Cómo era sor Lucía?
Físicamente su cara cambió a raíz de una enfermedad que tuvo por culpa de que cuando estaba a punto de entrar en el Carmelo, la mandaron a una habitación porque venía una visita. Esa habitación tenía la claraboya abierta, había cubos con agua y suciedad, y contrajo una especie de neumonía que le afectó a la dentadura. Entonces tuvieron que quitarle los dientes, y como en ese momento tuvo que marchar al Carmelo, tardó mucho en continuar con la colocación de la dentadura postiza. Eso fue lo que le cambió físicamente. Hay una anécdota que se produjo en A Toxa: ella tenía un problema de piel e iba a una casa que tenían en la isla las Doroteas para tomar el sol. Un día paseando por donde está la capilla un señor le dice «Ustedes son Doroteas» y les dice que le gustaría ver a sor Lucía, y ella le responde «Eso tiene que solicitar permiso, pero no vale la pena, es una persona así más o menos como yo». Eso muestra cómo era más allá del aspecto físico, una persona con un carácter afable, además muy alegre y simpática.
—¿Es verdad que era muy aficionada a la natación?
Sobre eso hay un tema que mucha gente no sabe y es que salvó a dos niños de morir ahogados en Placeres. Por ese mismo problema de piel del que hablábamos iba a Placeres, porque en aquel entonces había el balneario y la playa tenían mucho auge. Ella iba allí a tomar el sol y unos niños que estaban jugando se cayeron al agua mientras sus madres estaban recogiendo algas para abonar las fincas. Ella sacó a los niños del agua, porque nadaba muy bien.
—¿Qué cree que va a representar el Jubileo para la Casa del Inmaculado Corazón de María y para el mensaje de sor Lucía?
Considero que le supondrá auge muy grande, al mensaje y también a la Casa del Inmaculado Corazón. De hecho ya se está notando, sobre todo, en la afluencia de peregrinos polacos, americanos y portugueses. Creo que supondrá un gran auge, hay mucha afluencia y ni siquiera ha empezado el Año Jubilar. Ahora el reto es cómo se organiza eso, de modo que ahora se está con la capacitación de voluntarios para poder atender a esa gente. Habrá además que apoyarse mucho en la basílica de Santa María porque la Casa de las Apariciones no tiene una gran infraestructura.
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