La biblioteca de la empatía
Una persona, una historia de vida. Internos en el Centro Penitenciario de A Lama que cursan sus estudios en la EPAPU Nelson Mandela visitan el MARCO para conversar con ciudadanos de a pie en una «biblioteca humana» que, en su tercera edición, ha logrado la inscripción de cerca de 150 oyentes.

Cinco participantes en la actividad celebrada ayer en el MARCO escuchan la historia de vida de un interno. / Pablo Hernández Gamarra

«Mi vida se convirtió en un verdadero caos debido a mis propias decisiones impulsadas por las drogas. Desde los 14 hasta que fui encarcelado, no paré de consumir. Ese fue mi mayor error. Tenía un futuro brillante como futbolista. A los 16 años, jugaba en los mejores equipos de Galicia. A los 18, competía a nivel semiprofesional. Las drogas transformaron mi vida, superando mi pasión por el fútbol y dejándome completamente destrozado». Nada más entrar en la sala esta es una de las cinco sinopsis que pueden leerse, una historia de vida resumida en apenas unas líneas que forman parte de un «libro» más amplio y complejo en el que las personas visitantes tienen la oportunidad de sumergirse. Para ello, tan solo han de buscar en las camisetas que los identifican el título Iba para futbolista y sentarse frente a su protagonista, cara a cara, de igual a igual, dispuestos a escuchar para, sin justificar sus actos, empatizar con su realidad.
El MARCO fue escenario ayer de una nueva edición de la actividad Biblioteca humana. Luz na escuridade, un proyecto impulsado por el centro de enseñanza EPAPU Nelson Mandela del Centro Penitenciario de A Lama, en colaboración con el museo vigués, y gracias al cual cinco reclusos visitaron la ciudad para conversar y compartir su historia con todas aquellas personas interesadas en conocerla más de cerca. En su tercera edición, la Biblioteca humana ha logrado alcanzar la inscripción de cerca de 150 personas que, entre la jornada de ayer y la de este miércoles, visitarán las instalaciones para «leer los libros» que deseen.
Con un máximo de cinco oyentes por mesa, las personas que participaron ayer en las tres sesiones celebradas en el museo se acercaron a historias como las del «libro» titulado Buscando non sei o que, cuyo protagonista reveló que tras una experiencia cercana a la muerte y una mala decisión que hizo saltar por los aires todo su mundo, se sintió perdido, «y cuando uno se pierde es muy fácil cometer errores», llevándolo uno de ellos a la prisión de A Lama.
El miedo experimentado el día del ingreso, las lágrimas en la celda varias veces por semana, el dolor de perderse momentos que saben que no volverán por haber escogido un camino equivocado o reflexiones sobre los motivos que los llevaron a terminar en el centro penitenciario pontevedrés fueron algunas de las cuestiones que afloraron en las conversaciones, charlas en las que también tuvo cabida la esperanza, así como las ganas de aprovechar esa segunda oportunidad que, en muchos casos, están cada vez más cerca de alcanzar.
Junto a los cinco «libros» principales, hubo una persona que vivió con especial emoción el encuentro celebrado ayer en el MARCO, puesto que el año pasado era él uno de los que estaba ocupando uno de los huecos en la Biblioteca humana y, en esta ocasión, quiso repetir la experiencia pero ya como oyente. Jorge explicó que «quise venir a escuchar sus historias y también por si coincidía con algún compañero. Me emocionó reencontrarme con dos de mi mismo módulo porque, aunque hay de todo, yo coincidí con gente que me cuidó y me ayudó». Asimismo, este ex libro humano recordó cómo fue su experiencia en la segunda edición de esta actividad indicando que «sí me daba un poco de miedo que la gente me juzgara y al principio estaba muy nervioso, pero luego ya me solté y fue bien, para mí fue tener un día diferente y poder relacionarme con gente de la calle. Tenían mucha curiosidad por saber cómo era la vida dentro de prisión y yo les explicaba que teníamos escuela, que había gente que trabajaba en la lavandería o en la cocina, que es algo que mucha gente lo desconoce».
Por su parte, la jefa de estudios de la EPAPU, Marta García, puso en valor que «esta é unha actividade que funciona moi ben entre o público, de feito hai centros educativos que xa tiveron que quedar para o ano que vén, e para eles sempre é gratificante porque é case unha terapia, liberan moito».
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