Aparece en París un cuadro inédito de Arturo Souto

La obra, firmada y fechada en 1936, fue descubierta en una subasta y pertenece a una de las etapas más destacadas de su trayectoria, coincidente con su exilio artístico en Francia tras el estallido de la Guerra Civil española

Vista parcial del cuadro

Vista parcial del cuadro / FdV

Daniel Pérez Murado

Pontevedra

El verano pasado salió a la luz, contra todo pronóstico, una pintura inédita del reconocido artista gallego Arturo Souto (Pontevedra, 1902–México, 1964). La obra, firmada y fechada en 1936, fue descubierta en una subasta en París y pertenece a una de las etapas más destacadas de su trayectoria, coincidente con su exilio artístico en Francia tras el estallido de la Guerra Civil española.

La pieza representa un paisaje irreal con figuras fantásticas que los expertos vinculan con la temática antibelicista del autor. El óleo forma parte del período de Souto ligado a su participación en la exposición L’art espagnol contemporain, celebrada en el Jeu de Paume en 1936, y previa a su selección para la Bienal de Venecia. Se trata de un momento crucial en el que el pintor combina la influencia de la pintura metafísica de De Chirico con su propia evolución hacia el expresionismo y la estética del granito, consolidando un estilo propio.

«Es un descubrimiento excepcional que revaloriza la figura de uno de los grandes renovadores del arte gallego del siglo XX», aseguran fuentes cercanas al mundo del arte.

El hallazgo llega en un momento simbólico: en 2024 se cumplieron 60 años del fallecimiento de Arturo Souto, artista fundamental en el movimiento de Os Renovadores y figura clave del exilio cultural republicano. Su obra, marcada por la densidad cromática, el claroscuro dramático y el uso expresivo de la pincelada, fue reconocida internacionalmente, con presencia en citas como el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937.

El lienzo recientemente recuperado muestra las características distintivas de esta etapa: gamas terrosas, personajes volumétricos de actitud solemne y una composición que tiende a la metáfora visual frente al melodrama. Esta estética define la transición de Souto hacia un formalismo vanguardista que lo alejaba de sus influencias anteriores y lo situaba en primera línea de la renovación artística española.

La aparición de esta obra supone un hito en la revisión de la trayectoria de Souto y abre la puerta a futuras investigaciones sobre su legado, especialmente sobre piezas que pudieron quedar dispersas por Europa o América durante su largo exilio.

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