«Pudimos dar cenas porque hay gas»

Una cocina antigua salvó la oferta de cenas | La gente se refugió en los bares

En las terrazas no cabía un alfiler, bares y cafeterías multiplicaron su actividad. |  Gustavo Santos

En las terrazas no cabía un alfiler, bares y cafeterías multiplicaron su actividad. | Gustavo Santos

Pontevedra

«Éramos los únicos abiertos en toda la calle», cuenta el dueño del Kamelia y el bar Estrella. Son de los privilegiados que aprovechan la plaza que lleva el mismo nombre, probablemente la mejor situada de la ciudad. Una terraza que siempre está llena, especialmente cuando calienta el sol. Pero lo vivido el lunes fue algo fuera de lo común. Por un lado, ni ellos ni ningún bar con mesas en la calle dejó de tener clientela desde que a mediodía la gente dejó de trabajar y fueron saliendo los niños del cole. Se llenaron también las mesas de bares de barrio, esos a donde no llega el groso de la gente y que el lunes no daban abasto. Eso sí, en la medida en la que el apagón se lo permitía.

«Vino un grupo y nos preguntó si aún salía fría la cerveza de grifo. Dije que sí y me pidieron una ronda de cañas. Servimos 80 litros y en un lunes normal se sirven 15», contaban desde el Kamelia. «Facturamos el lunes un 20% más que otros días y en parte fue porque tenemos la suerte de contar con una cocina antigua en el Estrella. Allí se cocina con gas, así que pudimos dar servicio de cenas hasta las nueve de la noche. Estaba el local lleno de peregrinos porque casi nadie podía cocinar. Eso sí, terminamos pronto el turno porque recoger a oscuras iba a ser muy difícil», recuerda.

Entre el calor del día, la ociosidad generalizada y la falta de la habitual sobreestimulación electrónica; la gente se echó a la calle (y bares) hasta que llegó la noche.

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