«Se apagó el generador y se cerró, perdimos el 50% de la caja»

Supermercados y tiendas con productos refrigerados los más afectados por el apagón | Perfumerías y joyerías: «No es un día normal, estamos en campaña por el Día de la Madre»

En la pizzería Il Piccolo hubo que tirar los helados.

En la pizzería Il Piccolo hubo que tirar los helados. / Gustavo Santos

Pontevedra

Hoy los comercios y tiendas de la ciudad iban poco a poco recuperando su ser. De entrada, los cajeros de los bancos volvían a funcionar después del caos provocado por el apagón el día anterior y que generó situaciones como la de la sucursal de Abanca de Loureiro Crespo. «No puedo sacar dinero, no funcionan los cajeros. ¿Qué vamos a hacer si no tenemos efectivo?» preguntaba una chica al empleado que atendía a puerta abierta y con el banco a oscuras el lunes.

La vida en los supermercados también fluía sin incidencias, a pesar de que las tiendas con productos frescos y las que dependían de neveras eran de las más afectadas. Lejos ya del acopio de productos registrado el lunes en algunos establecimientos de comestibles, el cierre de puertas antes de tiempo y la puesta en marcha de los generadores que permitieron a las cajeras apurar el servicio hasta el último momento el lunes. «Debimos perder el 50% de la caja en facturación el lunes, el generador aguantó hasta las 14.30 horas. Cuando no pudimos cobrar más, la gente dejó las cosas y salió», explicaban las chicas de Gadis en la Oliva, uno de los supermercados con servicio ininterrumpido de nueve a nueve. Sus compañeras de Campolongo no tuvieron tanta suerte y en Benito Corbal abrían y cerraban. Algo similar ocurrió en Opencor, no así en Froiz, que era uno de los que primero cerraron sus tiendas.

La cola en Coren era inaudita respecto a otros días. |  Rafa Vázquez

La cola en Coren era inaudita respecto a otros días. | Rafa Vázquez

En Hiperxel, especialistas en comida congelada, esta mañana estaban contentas. «Las cámaras aguantaron bien, pensamos que habría que limpiarlo todo cuando llegaramos, solo tuvimos que sustituir parte del producto porque se rompió la cadena de frío. En nuestro caso perdimos el día de ingresos, unos mil euros de caja», cuentan las dependientas.

Las heladerías fueron otras grandes afectadas por el apagón eléctrico. Por un lado, el lunes la gente que estaba ociosa y muerta de calor, hacía cola para coger un helado fresquito antes de que se derritiera. Y por otro, firmas como Stromboli, en la Peregrina, ofrecía sus productos a mitad de precio. Es decir, vendieron mucho, pero vendieron «barato».

En Acuña no había qué llevarse para comer. |  Rafa Vázquez

En Acuña no había qué llevarse para comer. | Rafa Vázquez

Caso especial el de algún restaurante como la pizzería Il Piccolo, que perdieron todo su helado casero porque las cámaras no aguantaron más. «Habíamos cerrado y a las diez de la noche volvimos al restaurante mi mujer y yo preocupados por las cámaras frigoríficas. Al ver cómo había bajado la temperatura nos dimos cuenta de que perdimos el producto. El helado, masa de pizza, mozzarela... Fueron 17 horas sin luz», decía su dueño esta mañana sin saber calcular las pérdidas. «En la terraza del bar de al lado había dos mesas con gente. Un cliente nos dijo que se tomaría con gusto uno de nuestros postres. Y cómo se iba a estropear, se lo sacamos para que lo disfrutara».

Campaña del Día de la Madre

En las tiendas de ropa y droguerías, el producto no se vio alterado por la falta de electricidad. Tampoco en las joyerías (más allá de los problemas y miedos ante la falta de sistemas de seguridad activos), pero sí la facturación. «No perdimos un día de ingresos normal. Estamos en plena campaña del Día de la Madre. Ayer dejamos de ingresar cerca de 5.000 euros de caja o tal vez más», reconocen las dependientas de Sephora. Ellas, igual que Mango, H&M, Zara, Rituals o Druni, se vieron obligadas a echar el cierre.

El lunes cerca de la hora de comer y con más de dos horas a cuestas sin electricidad, muchos comercios mantenían las puertas abiertas de par en par o cerradas, con su personal a oscuras en la puerta o en su interior, a la espera de la orden de su empresa que les indicara qué hacer. Quedando la arteria comercial de la ciudad muerta el lunes. De hecho, hoy muchos aún no sabían valorar las pérdidas, en parte porque algunos no tenían restauradas totalmente sus conexiones. «No tenemos internet aún en el despacho. No se puede trabajar porque el teléfono también depende de R», decía un grupo de abogados de la misma calle. Y es que no todos los establecimientos cuentan con el servicio telefónico activo, pero en la inmensa mayoría hoy era posible cobrar con datáfono.

Respecto a los locales que ofrecen habitualmente comida para llevar hoy aún estaban con la resaca de la odisea vivida el lunes. «Se nos acabó el pan y la empanada, nos piden hasta leche. Queda pastelería, salado nada. La gente se volvió loca», contaban desde Acuña de Michelena. Algo similar a lo que le ocurrió a Coren, donde la cola para coger algo de comida preparada o un pollo asado cruzaba la plaza en el apagón.

Aparcamientos y gasolineras a pleno rendimiento

La caída de la luz hizo del lunes un día de lo más incómodo. Muchos tuvieron que dejar el coche a dormir en el aparcamiento público de turno ante la imposibilidad de levantar la barrera para sacarlo (y de pagar). «Me ha pillado el apagón dejando el coche el parking. No he podido sacarlo, tuve que dejarlo y salir a pie», contaba una joven que subía el lunes desde Barcelos. Un servicio que desde esta mañana estaba restaurado.

También en la estación de tren, donde el lunes se habían levantado las barreras para permitir el paso libre, «tendrán que pagar otro día la voluntad», bromeaba entonces el vigilante. A lo largo de toda la ciudad era fácil ver garajes de las comunidades de vecinos abiertos de par en par el lunes, mientras que hoy ya habían cerrado sus portalones volviendo a la normalidad. Las gasolineras el lunes vieron truncada la dispensación de combustibles, pero hoy ya funcionaban con normalidad.

Tracking Pixel Contents