Flores pontevedresas para «El Jardinero»

Hugo Morales y Ricardo García le están cogiendo el gusto a participar en producciones audiovisuales con lo que mejor saben hacer: la decoración y ambientación con plantas y flores. Van ya cinco trabajos de este tipo y el último, por el momento, ha sido con la serie «El Jardinero», de Netflix y rodada en Pontevedra y su comarca, entre otros emplazamientos gallegos.

Los dos pontevedreses están al frente de la floristería Índigo, un negocio diferente en su sector que abrieron en pleno casco histórico hace casi ocho años. Ricardo García es técnico superior en Artes Plásticas y Diseño, mientras que Hugo Morales es doctor en Biología Botánica. Es decir, que se complementan a la perfección en su trabajo.

Esta nueva oportunidad en el mundo del audiovisual llegó, como las anteriores, de la mano del decorador Pablo Alvarado. «La productora tenía muy claro que todos los proveedores tenían que ser de la zona o cercanías, porque eso aporta mucho realismo en sí. Netflix, aunque es un mastodonte, también tiene muy en cuenta la sostenibilidad. Midieron la huella ecológica en todo momento», explican los responsables de Índigo.

Y fue un amor a primera vista cuando conocieron esta pequeña tienda con encanto: una floristería ecosostenible que no utiliza ni esponjas ni plásticos y que produce en granjas locales y colabora con otras nacionales, no con países extranjeros.

La primera participación de Índigo en cine fue con «Justicia Artificial» en 2021. Ahí conocieron a Alvarado. Después llegaron «Marbella», «Zeta», «The Walking Dead» y, ahora, «El Jardinero».

«Es un mundo diferente. En Justicia Artificial dedicamos tres días de montaje para tres segundos en la película», reconocen bromeando. «Pero nos hizo mucha ilusión. La parte más positiva de eso es que Pablo Alvarado nos conoció ahí y nos fue llamando para otros rodajes».

Para «El Jardinero» recibieron una visita suya con Curru Garabal, la directora de arte, que se enamoró del espacio de Índigo así como cruzó la puerta de entrada. «Nos dijo que la esencia de nuestra tienda era tal cual lo que quería transmitir en la serie con Elmer (el protagonista)». Finalmente, fueron seis personas en el equipo, incluidos Ricardo y Hugo.

Varios guiños

En la serie de Netflix hay varios guiños a la tienda pontevedresa. Por ejemplo, algunos de sus recipientes salen en el decorado y el cuaderno que Elmer utiliza es de Hugo Morales.

Además, en el concurso de mejor jardinero del año, en el capítulo 1, los propietarios utilizan una libélula para la instalación con la que gana Elmer, ya que es este insecto el del logo de Índigo. «Nuestro estilo se ve reflejado en la escultura ganadora, lo que pasa es que es una escena en la que el protagonista sufre un mareo, por lo que no se ve mucho», cuentan.

Básicamente, su participación en la decoración de esta producción audiovisual destaca con dos grandes montajes: el del citado concurso de jardinería con siete conjuntos escultóricos de plantas y flores, que se desarrolla en el convento de Santa Clara, y el invernadero de la cita romántica de la pareja protagonista, en el Pazo de Lourizán.

«La experiencia ha sido súper enriquecedora a nivel emocional, por trabajar con un equipo súper bueno y buena gente. Todos teníamos algo en común: el amor a los pequeños detalles, a la naturaleza, a lo hecho con mimo y dedicación. También nos hizo mucha ilusión que los clientes fuesen conscientes de que habíamos participado sin saberlo, que reconociesen nuestro estilo», concluyen.

Ahora queda en el aire todavía si va a haber segunda temporada de la que ya es, sin lugar a dudas, una de las series españolas del año.

El casco histórico, el convento de Santa Clara y el Pazo de Lourizán

«El jardinero» es un thriller romántico creado por el guionista y escritor madrileño Miguel Sáez Carral («Ni una más»). Cuenta con seis capítulos y está protagonizada por Álvaro Rico, Cecilia Suárez y Catalina Sopelana.Producida por DLO Producciones, narra la historia de Elmer (Álvaro Rico) y de su controladora madre, La China Jurado (Cecilia Suárez), gestora de un vivero que hace de tapadera de un próspero negocio clandestino de asesinatos por encargo.

Para el rodaje, la productora se trasladó por diferentes lugares de la provincia de Pontevedra como el convento de Santa Clara, el Casino Mercantil, la plaza da Ferrería o el puente de A Barca. También hay escenas rodadas en As Corvaceiras, el Pazo de Lourizán, Ponte Caldelas, O Grove, Poio, Vilanova de Arousa y las Salinas de Ulló en Vilaboa.

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