«Los colonos se marcharon, pero el colonialismo siguió en nuestras mentes»

Fue la primera escritora de piel negra en recibir el prestigioso Premio Camões a autores en lengua portuguesa. Los galardones siempre eran, recuerda, para «blancos o mestizos, y casi siempre hombres, pocas mujeres y ningún negro». De negritud, colonialismo o mujeres, tres temas transversales en su obra, hablará Paulina Chiziane el próximo viernes en la clausura de la Semana de Filosofía

La escritora mozambiqueña Paulina Chiziane.

La escritora mozambiqueña Paulina Chiziane. / Rafa Vázquez

Pontevedra

En el año 2023 la BBC situó a Paulina Chiziane entre las 100 mujeres más influyentes del mundo. Quién se lo iba a decir a la que fue sexta hija de una familia de 8 hermanos de Chindenguele, en Mozambique, cuya población tiene hoy una edad media de 16,9 años. Desde un escenario tan joven viaja por primera vez a Galicia para clausurar la Semana Galega de Filosofía (SGF), y, con su voz sigilosa y su sonrisa, muestra su agrado de disfrutar de “una ciudad tranquila. Estuve en Barcelona y es preciosa, pero tiene mucho movimiento, yo gusto de las ciudades tranquilas”.

—¿Qué presentará en la Semana de Filosofía?

Voy a presentar mis historias, las que escribo, el significado que ellas tienen para mi, y las razones que me llevan a escribirlas, que tienen que ver con mis emociones interiores. Yo tengo un mundo interior y ese mi mundo interior entra en conflicto con el mundo exterior, son dos realidades. En mi mundo interior yo busco libertad, pero el mundo exterior en el que vivimos es el que clasifica a las personas y en ocasiones coloca a las personas en una situación que no tiene que ver con la verdad.

—Asegura que esa no verdad ya arranca en la propia familia

Comienza por ahí, por la propia familia, la diferencia en la educación de un hombre y una mujer. Un hombre es libre, pero la mujer no. Vamos a la sociedad, vamos a la familia alargada, a la esfera pública, y son lugares de desigualdades: depende de si es hombre, si es mujer, si es rico o pobre. Eso por momentos crea el conflicto entre mi mundo interior y el mundo que me imponen. De ahí escribo mis historias, algunas veces para denunciar, otras para reivindicar y decir no, y otras veces simplemente para distraerme. Esa es la experiencia que quiero traer aquí.

—Es la primera escritora mozambiqueña que recibe el Premio Camões…

Escribí y publiqué 13 libros. Comencé a publicar en 1980 y en 2021 recibí el Premio Camões. Era la trigésima segunda edición del galardón. En las ediciones anteriores nadie de piel negra había ganado ese premio, fuese hombre o mujer, y yo fui la primera mujer negra en conquistarlo. El impacto que eso tuvo en los países africanos de lengua portuguesa fue muy grande. Parece haber sido el premio más celebrado de todos los tiempos, porque siempre ganaban blancos o mestizos, y casi siempre hombres, pocas mujeres y ningún negro. Y yo aparezco como la primera persona de raza negra, negra bantú, porque existen negros como Craveirinha, que era hijo de un negro y un blanco, era mestizo. El mundo lo considera un negro, pero negro bantú fui la primera.

El pasado es lo más actual, lo más ajustado a la vida del ser humano. En el mundo moderno la evolución, el desarrollo, implica muchas veces la contaminación y la destrucción del medio ambiente. Eso es lo que llamamos desarrollo, pero el mundo considerado tradicional es aquel que sabe preservar el medio ambiente

—Sus historias están atravesadas por temas de los que estamos hablando, la mujer, la negritud. Y también el colonialismo

Sí, el colonialismo aparece de varias formas. Tuvimos la presencia colonial portuguesa, física, hasta 1975. Los colonos se marcharon, pero el colonialismo siguió en nuestras mentes, en nuestra manera de estar, de pensar, y en nuestra manera de mirarnos a nosotros mismos. A veces al escribir nuestros textos nos describimos como seres inferiores, y cuando describimos por ejemplo a un hombre blanco a veces lo describimos como una persona superior. Y también en nuestras literaturas cuando describimos a la mujer lo que se ha escrito sobre ella es más objetivándola, y ella no es el sujeto de la historia. Quien escribe sobre ella escribe todo lo que quiere, sobre todo para decir que es bonita, que tiene bonitas curvas, que tuvieron una bonita noche de amor… Y eso también es una forma de colonialismo, porque la mujer es un ser pensante, un ser que también realiza, un ser que proyecta el mundo, la mujer es un mundo y la mujer era escrita, pero el mundo de la mujer no lo era. Entonces para mi eso también es colonialismo. Especialmente cuando nosotros hablamos de nuestros mitos, de nuestras creencias, existe la tendencia del propio africano a menospreciar o despreciar su propia mitología. Puede hablar muy bonito de la mitología griega, pero cuando es mitología mozambicana o africana habla de ello como superstición, un lugar menor.

«A veces al escribir nuestros textos nos describimos como seres inferiores, y cuando describimos por ejemplo a un hombre blanco lo hacemos como una persona superior»

—¿Cuál es en este escenario el trabajo de los escritores?

Hay un trabajo que nosotros los escritores tenemos que hacer y es descolonizar nuestras propias mentes, incluso en términos de trascendencia. Cuando hablamos de la religión que vino con la colonización la colocamos en un plano superior, pero cuando hablamos de religión en el sentido tradicional colocamos eso como oscurantismo, como superstición, como un lugar menor. Hay un trabajo de descolonización del propio escritor, descolonización mental.

«La mujer es un ser pensante, que realiza, proyecta... Es un mundo y la mujer era escrita, pero el mundo de la mujer no lo era. Para mi eso también es colonialismo»

—Titula su ponencia en la SGF «O que hoje é moderno, amanhã pode ser tradicional» ¿lo cree así?

Exactamente. No escribí bien la frase: lo que es moderno hoy puede ser tradicional mañana, lo que es tradicional hoy también puede ser considerado moderno mañana. Me gusta dar el ejemplo de la palloza, que es aquella casa hecha de material local, de cañizo, de paja, que fue siempre considerada una habitación tradicional. Pasado el tiempo, con las tecnologías modernas, se viene a descubrir que al final la palloza es una habitación ecológica, superior a la de piedra.

—¿El pasado sigue siendo lo más actual?

El pasado es lo más actual, lo más ajustado a la vida del ser humano. En el mundo moderno la evolución, el desarrollo, implica muchas veces la contaminación y la destrucción del medio ambiente. Eso es lo que llamamos desarrollo, pero el mundo considerado tradicional es aquel que sabe preservar el medio ambiente.

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