Las Libélulas buscan ampliar la familia
El grupo de 'dragon boat' Libélulas, integrado por supervivientes de tumores de mama, busca ampliarse ahora a nuevas modalidades para todo tipo de cánceres y para personas con discapacidades.

Las palistas de Libélulas, ayer durante su sesión de entrenamiento en el Club Naval. / Gustavo Santos
Desde el momento en el que a una persona le diagnostican cáncer y durante el resto de su vida se la considera una superviviente. Lejos de ser una mera descripción médica, el término encierra un universo de experiencias y desafíos. En los primeros momentos vendrá la urgencia del tratamiento, y después tendrá que encarar una transición a su nueva normalidad que no siempre resulta fácil: son muchos los cambios emocionales, a veces las secuelas físicas y psicológicas o el temor a una reactivación de la enfermedad.
Son algunas de las experiencias que relatan las integrantes de la Asociación Libélulas, supervivientes de cáncer de mama que integran la tripulación de un barco dragón (dragon boat, en inglés) que se ha convertido también en parte de su terapia y en un motor para redefinir esa nueva identidad.
Para estas mujeres, el diagnóstico también supuso encarar secuelas específicas como la extirpación de ganglios linfáticos, un procedimiento que puede derivar en linfedema, una hinchazón crónica y dolorosa del brazo que limita su funcionalidad.
Isabel Lema Lorenzo, presidenta de la Asociación Libélulas y capitana de este grupo que hoy cuenta con 16 palistas, explica en este punto que «a las mujeres con cáncer de mama nos quitan ganglios, el centinela y en ocasiones más, lo que repercute en la movilidad del brazo y nos hace propensas al linfedema. Y está demostrado científicamente que la modalidad de dragon boat previene, mejora e incluso en ocasiones hace desaparecer ese linfedema».
Dieciséis supervivientes de cáncer de mama integran la tripulación de un barco dragón que se ha convertido en parte de su terapia
El programa de Libélulas incluye ejercicio de tierra dirigido por fisioterapeutas. Se desarrolla en la clínica MC dos días a la semana (lunes y jueves) y en estas sesiones las participantes entrenan fuerza y realizan estiramientos. Como resultado, mejoran la potencia física «y al estar en grupo psicológicamente también nos ayuda», indica la capitana.
Este entrenamiento se completa con las salidas al agua en el barco dragón, todos los martes, sábados y domingos. Isabel Lema (que agradece el apoyo del Plan Social de Ence, de Quirónsalud, el Concello y la Diputación al programa) indica que «los ejercicios repetitivos al palear mejoran la linfa y nuestro estado físico en general».
La práctica les ayuda a ganar masa muscular, reducir el agotamiento, una secuela común y debilitante del cáncer y su tratamiento, y mejorar la calidad del sueño. A mayores, los beneficios de la experiencia Libélulas trascienden lo puramente físico. «El contacto con la naturaleza aporta un gran bienestar mental», señala Isabel Lema. La inmersión en el entorno natural, el sonido del agua, la sensación del viento en la cara, todo ello contribuye a reducir el estrés, la ansiedad y a fomentar una sensación de calma y conexión.

Las palistas buscan ahora sumar nuevos grupos a su proyecto deportivo y terapéutico. / Gustavo Santos
Y es que la transición a la nueva normalidad está lejos de ser un retorno a la vida anterior. El cuerpo puede llevar consigo cicatrices visibles e invisibles, secuelas físicas que limitan la movilidad, causan dolor crónico o generan fatiga persistente. A estas se suman las heridas psicológicas: el trauma del diagnóstico y el tratamiento, el miedo latente a la recurrencia, la ansiedad ante las revisiones médicas y, en muchos casos, una profunda sensación de fragilidad y cambio en la propia identidad.
Es en este ámbito donde la comunidad de Libélulas despliega su mayor fortaleza. «El hablar, animarnos entre nosotras y apoyarnos por ejemplo si estamos nerviosas ante una prueba nos ayuda mucho. Formamos una familia», afirma la presidenta. Compartir experiencias con otras mujeres que han atravesado o están atravesando situaciones similares crea un espacio de comprensión, empatía y apoyo.
«El hablar, animarnos entre nosotras y apoyarnos por ejemplo si estamos nerviosas ante una prueba nos ayuda mucho. Formamos una familia», afirma la presidenta de la Asociación Libélulas y capitana del grupo, Isabel Lema Lorenzo
Libélulas busca ahora ampliar esta familia incorporando nuevos grupos de barco dragón. «Dentro de la federación hay otra modalidad, ACS, que es para supervivientes de todo tipo de cánceres», indica en este punto Lema, «y queremos sumar esos nuevos palistas».
Otra línea de trabajo se centrará en la modalidad PD2, abierta a personas «con todo tipo de discapacidad», una línea inclusiva y solidaria, conscientes de que las necesidades de apoyo y comunidad no son exclusivas de las mujeres con cáncer de mama, sino que son universales para todas las personas que afrontan enfermedades o discapacidades.
Las Libélulas invitan a todos los que viven en estos escenarios a sumarse a esta iniciativa en la que el dragon boat, mucho más allá del deporte, se convierte en una metáfora de la vida después del cáncer: una competición en equipo donde la sincronización, el apoyo mutuo y la perseverancia son fundamentales para avanzar. Cada palada es un símbolo de superación y de la voluntad de seguir adelante.
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