La presión vecinal hace que los “okupas” abandonen la vivienda de Marín en plena madrugada

Los residentes se mantuvieron en la calle por la noche para impedir que "visitantes nocturnos" se juntaran en el piso ocupado para consumir | Administrador comunidad: "Subieron a darles un ultimátum los vecinos más fuertes del barrio y los chavales pidieron papas"

Los maleantes en la calle en presencia de la Policía Nacional y la Policía Local.

Los maleantes en la calle en presencia de la Policía Nacional y la Policía Local. / FDV

Era cerca de la una de esta madrugada cuando los jóvenes okupas del edificio Raimundo Vázquez se quedaron sin "narcopiso" donde seguir celebrando sus fiestas interminables, esas que mantenían a sus casi doscientos vecinos en estado de tensión permanente. La concentración convocada ayer por la tarde por los residentes del inmueble no parecía haber servido de mucho más que para llamar la atención de otros ciudadanos y crear en ellos empatía.

Aunque numerosa, la cita transcurrió con cierta normalidad, salvo algún que otro conato fruto de la indignación y rabia de algunos de los vecinos más exaltados. Y aunque estaban presentes efectivos de la Policía Nacional y la Policía Local de Marín, la tarde no reseñó más altercados que algún pequeño rifirrafe con dos jóvenes, un chico y una chica, cuando cruzaban la marabunta para acceder al edificio.

Sin embargo, con la llegada de la noche las cosas cambiaron. Muchos residentes, amigos y familiares que habían acudido a la concentración como muestra de apoyo, se negaban a irse a sus casas. Las charlas de la tarde fueron fructíferas, especialmente después de las manifestaciones vertidas por los chavales en redes sociales burlándose de la situación, "vamos a ser famosos", decían entre risas. De ellas se había extraído que convenía frenar la habitual llegada de más jóvenes al piso ocupado que se produce cada noche. Pues en la vivienda permanecían de manera permanente (pernoctando) en torno a 15 individuos, pero las noches (y más las del fin de semana) hacían del piso un garito donde la música, el alcohol y las drogas no paraban hasta el amanecer. Junto con otros excesos reflejados en la actitud incívica que los jóvenes han mostrado todos estos meses.

Así, con la determinación de quien está movido por la sensación de estar viviendo una injusticia que hay que reparar, los vecinos que se quedaron de noche hicieron columna, como una formación romana, para impedir el acceso al edificio de toda persona ajena. Los chavales que acudían a su cita con la fiesta se quedaban en la calle desconcertados. Mientras, el grupo de vecinos se hacía cada vez más fuerte. Pasaron las horas y una vez contenidos los accesos llegó el momento de intervenir, había que sacar a los que estaban atrincherados en el piso usado como punto de venta de droga.

"Un grupo de vecinos subió al piso a decirles a los okupas que no saldrían de la casa para nada. Que solo lo harían para no volver", explicaba el administrador de la comunidad, Enrique Méndez, erigido durante esta crisis como portavoz de los residentes. El mensaje dado por este pequeño grupo debió ser claro y contundente porque consiguió lo que otros vecinos valientes no obtuvieron con sus enfrentamientos directos anteriores. "Los que subieron daban miedo, eran los más fuertes del barrio. Les dijeron que solo saldrían para no volver y los okupas pidieron papas", comentaba Enrique aún sorprendido por cómo se habían sucedido las cosas.

"Okupas" ya en la calle después de ser desalojado el piso.

"Okupas" ya en la calle después de ser desalojado el piso. / FDV

Precinto policial y primera noche de los dueños

La situación que los jóvenes okupas han generado desde septiembre con sus insultos, amenazas y vejaciones al resto de vecinos (como cuando hacían pis desde la ventana para molestar a la vecina que vive justo debajo) colmó la paciencia de la comunidad. Una indignación acumulada que se extendió a personas cercanas a los residentes y otros marinenses que entendieron que la situación se estaba alargando demasiado.

"Estamos intentando poner blanco sobre negro, porque nadie le pone cota a esto. ¿A qué esperan la Policía Nacional o la Subdelegación del Gobierno para ordenar una redada?", eran palabras de Enrique minutos antes de la concentración de las 19.00 horas. Una muestra del sentimiento de impotencia generalizado que dio lugar al desenlace de esta madrugada.

Con los okupas fuera, los dueños, acompañados por personas de apoyo y en presencia de la Policía Nacional, pudieron acceder a su vivienda después de casi siete meses. El panorama que se encontraron fue desolador. No solo la puerta de entrada al piso estaba destrozada y sin pestillo (algo que ya sabían porque se podía ver desde la escalera) es que el piso estaba lleno de desperdicios y en un estado lamentable. Incluidas pintadas en las paredes y muebles destrozados.

Pese a que la policía decidió poner precinto a la vivienda, el dueño decidió pasar la noche en su casa acompañado de algunas personas para evitar la vuelta de los maleantes. "Es una victoria de los vecinos. La presión dio resultado", valoraba anoche Enrique.

Ya esta mañana y aún con la resaca de todo lo ocurrido reconocía que están agotados y "ahora toca descansar el fin de semana, pero mereció la pena", dice. Y muestra su agradecimiento con los medios y la Policía Nacional y la Policía Local, por su papel anoche.

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