Entrevista | Suso Novás Cineasta

«Estas películas sacan temas que son de lesa humanidad como el miedo»

El ciclo de cine y salud mental: «O oficio de vivir», organizado por el colectivo Taller Abierto y el cineasta, Suso Novás cerró las sesiones ayer abordando el suicidio, con uno de los mejores trabajos cinematográficos sobre ello por la complejidad de sus capas, «Gente corriente» de Robert Redford

Novás en el Principal antes de la proyección del documental «Yo tenía una vida». |  Rafa Vázquez

Novás en el Principal antes de la proyección del documental «Yo tenía una vida». | Rafa Vázquez

Pontevedra

«El ser humano es complicado y frágil. Y este tipo de películas te colocan en tesituras donde los juicios de valor se diluyen», reflexionaba ayer el profesor de alumnos senior y jóvenes, Suso Novás.

—¿Qué tiene el cine para ser buen conductor de un mensaje de tanto calado como el duelo o el riesgo de exclusión social?

—Al ser sensorial, tiene la capacidad de trabajar con imágenes y sonidos que establecen un canal de comunicación con el espectador muy determinado, porque se suele generar una empatía primero emocional y después intelectual. Y en algunos casos, una especie de hipnotismo que hace que el espectador esté un estadio especial, porque es luz y oscuridad. Es muy litúrgico. Y como la mayor parte de las veces el cine habla del ser humano, es muy difícil que no llegue. Por eso creo que funciona el cine.

—¿Cómo describiría ese estadio?

—Tú, estando dentro de la sala y siendo parte del mundo real, estás aislado aunque tengas a alguien al lado, delante o detrás en otra butaca, es como si estuvieras tú solo. Es como una comunión litúrgica donde cada uno está con los demás, pero está consigo mismo plegado. Con un nivel de concentración en ese ambiente, que te hace entrar en ese estado que te permite olvidarte de la realidad y entrar en la propuesta. Es la gran magia que tiene el cine.

—¿De dónde nace la idea de crear este ciclo?

—Pues empezamos hace tres o cuatro años me planteó Taller Abierto buscar una manera de generar pensamiento trasversal a través del cine, con una propuesta que nos permitiese programar un cine que nos gustase, por un lado. Y por otro, darles la oportunidad a profesionales que, a partir de esa película, pudiesen establecer canales de comunicación con el público y entre nosotros. Y aprender entre todos.

Suso en las butacas donde en cada sesión ha compartido impresiones con el público.

Suso en las butacas donde en cada sesión ha compartido impresiones con el público. / Rafa Vázquez

—¿Qué le atrajo del proyecto?

—Personalmente, lo que más me interesaba era poder programar y revisar películas desde otro punto de vista.

—¿Cuál es ese punto de vista?

—Amén de lo que pueda gustar artísticamente de la película, que se traten de forma transversal una serie de temas que son de lesa humanidad. La fragilidad, los miedos, la debilidad… Y todo mostrado desde un sentido constructivo. No cainita, ni señalador, porque no puede ser estigmatizante. Eso posibilitaba trabajar con propuestas extremadamente diversas. Y es como darle la vuelta al calcetín, tienes la oportunidad de desarrollar el proyecto con personas que tienen unas habilidades y competencias determinadas y son profesionales, lo que hace que abra mi mente como programador. Estableciendo un canal de comunicación diferente. Y al trabajar con el público se da un ambiente comunicativo muy enriquecedor. Porque lo bueno de esto es el aprendizaje, yo aprendí muchísimo con Víctor Pedreira.

—¿Cómo se escoge una película para ahondar en cuestiones como la inserción o el suicidio?

—Intentamos buscar trabajos que son relevantes desde el punto de vista cinematográfico y que pueden funcionar con el público. Pero además de canalizar un tema con calidad, no debe menoscabar el margen de maniobrabilidad del especialista en salud mental a la hora de interpretar la película en la charla posterior. La lectura juntos es muy enriquecedora.

«Se vende autosuficiencia que no es real»

¿Tenía claro que «Gente corriente» sería la propuesta sobre el suicidio? Fue muy impactante en los 80. Robert Redford habla en ella de la familia como territorio de lucha, un sistema de carcoma donde salen a la luz cosas de una manera curiosa e inteligente y muestra nuestra fragilidad. Hay que intentar entender al otro y no estar con el dedo acusador, ni categorizar, porque puede convertirse en un estigma. ¿Hay equilibrio emocional en las nuevas generaciones? En determinadas generaciones se ve el cataclismo de la pandemia, que produjo muchísimo miedo. Se está vendiendo una autosuficiencia que no es real y que genera una especie de pseudo burbuja. A las generaciones jóvenes les cuesta menos mostrar su fragilidad que a otras, porque están constantemente haciéndolo en redes sociales. ¿El arte es curativo? Sí, te da herramientas a nivel experiencial que son difíciles de conseguir por otros medios.

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