Entrevista con el coordinador de la Oficina de Trasplantes del área sanitaria
Martínez Melgar: «Lo primero que tiene que hacer el médico es ponerse en el lugar del paciente»

José Luis Martínez Melgar, en el Hospital Montecelo de Pontevedra. / GUSTAVO SANTOS
José Luis Martínez Melgar es especialista en Medicina Intensiva y, desde hace 16 años, uno de los facultativos que hacen posible la donación de órganos en el área sanitaria de Pontevedra y O Salnés a través de la Oficina de Coordinación de Trasplantes. En unos meses cederá su puesto como coordinador de este equipo a su compañero Ignacio Cenoz Osinaga. Entre los hitos de este equipo figura la realización hace unos días de la primera donación de órganos de un paciente en asistolia controlada en el Hospital Montecelo.
¿Cómo se desarrolla la función de la Oficina de Coordinación de Trasplantes del área sanitaria?
Está constituida por tres coordinadores, uno el hospitalario principal, que en este caso soy yo, y dos coordinadores hospitalarios adjuntos, más dos enfermeras, una de la UCI y otra del área quirúrgica. Lo que hacemos es detectar todos aquellos pacientes que pudiesen ser donantes potenciales; hasta ahora en muerte encefálica y desde hace un año con valoración de los de asistolia controlada. Todos los días a mí me llega una lista de los enfermos que están en UCI y en REA bajo ventilación mecánica. Detectamos si esos enfermos van a ir a la muerte encefálica. Si el paciente cumple los criterios, ponemos en marcha dos tipos de trabajo. El puramente médico, con pruebas para ver si llegarían a ser donantes válidos (analíticas, estudios microbiológicos, radiológicos, ecografías, TAC...), y revisamos el registro de últimas voluntades. Una vez producida la muerte encefálica, se pone en marcha el esquema de todos los estudios que hay que hacer. Por otro lado, intentamos dar un poco de apoyo psicológico, de contacto con la familia, para facilitarle las cosas, porque está en un momento muy dramático.
¿Cómo se confirma esa muerte encefálica?
Por las pruebas del encefalograma y el criterio clínico diagnóstico de un neurólogo y el nuestro. Tienen que ser tres médicos. Así se pone en marcha el procedimiento de la extracción de los órganos. Contactamos con la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) y los dos equipos extractores que hay en Galicia, Santiago y A Coruña. Se coordina todo con el equipo, incluso a dónde van a ir los órganos. Nosotros nos encargamos de la custodia, traslado y conservación de los mismos. En todo este proceso pueden llegar a participar unos veintitantos profesionales.
¿Qué le animó a meterse de lleno en el área de los trasplantes?
Yo, como médico especialista en Medicina Intensiva, me formé en el Hospital Puerta de Hierro, pionero en los trasplantes en España. Mi tutor de residencia era el coordinador de trasplantes en ese hospital. Cuando llegué a Pontevedra había dos coordinadores. Cuando uno de ellos se retira, el doctor Arruti, me incorporo yo. Llevo en la oficina 16 años. Como coordinador principal, los últimos ocho.
«Me quedo con dos cosas: con las familias extraordinarias y con el trabajo de toda la gente del hospital»
¿Por qué decide ahora dar un paso a un lado? ¿Provoca mucho desgaste?
Esto a mí me apasiona, pero yo sigo un poco esa línea en que hay que dar paso a oportunidades a otra gente válida. Por otra parte, los años van mermando en ti, no las ganas, pero sí entras en cierta monotonía. Son ya 16 años. Además, hay una circunstancia personal, que es que seguramente me presente a la jefatura de Servicio, dentro de tres o cuatro meses, y desde mi punto de vista creo que no debo estar de coordinador. Creo que no debe ser así a nivel ético, moral.
¿Los profesionales de esta oficina de coordinación tienen una formación psicológica específica?
Como intensivistas tenemos una formación en donación y trasplantes. Esa formación que me comentas, que es tan importante o más que la otra, se realiza a través de cursos, incluso de la ONT.
Cuando se le comunica a una familia la posibilidad de la donación, ¿se produce la duda de que no se va a hacer todo lo posible por el enfermo?
Nosotros nunca planteamos a la familia la donación hasta que el paciente, desde el punto de vista médico, ha llegado a la muerte encefálica, o bien en sesión clínica conjunta y en decisión con su médico responsable vamos a limitar de cara a la donación en asistolia controlada. Hasta que no se produzcan estos dos hechos y la familia acepte esto, nunca procedemos a plantear la donación, salvo que ella se anticipe; a veces ellos mismos preguntan. Si el paciente ha fallecido, o se desconecta o si la familia tiene la voluntad de donar los órganos se procedería a la extracción. Cada vez un porcentaje mayor de familias se ofrece.
«Esto a mí me apasiona, pero creo que hay que dar oportunidades a otra gente válida»
¿Cuántas vidas puede salvar una persona con la donación de sus órganos?
Por lo general, sería el corazón, dos pulmones, dos riñones y el hígado. Serían seis pacientes que podrían seguir viviendo gracias a esos órganos. También están las córneas, que es más que un tejido. En órganos como el páncreas es más difícil.
No todas las posibles donaciones resultan bien, será muy frustrante...
Yo siempre lo digo: en Medicina, el médico, el profesional, lo primero que tiene que hacer es ponerse en el lugar del paciente. Si alguien de mi familia está esperando un órgano, se le comunica y de repente ese órgano no llega... imagínate lo que supone para ese paciente, a lo mejor en dos meses fallece. Cuando todo resulta bien es una gran alegría.
Éxito de la primera donación en asistolia del CHOP
En el Hospital Montecelo de Pontevedra se realizó con éxito hace unos días la primera extracción de órganos de un paciente en asistolia controlada (tras una muerte circulatoria, no encefálica, como hasta ahora ha sido habitual). De un paciente varón de 72 años se extrajeron tres órganos: un hígado con destino a A Coruña y dos riñones que se enviaron a Santiago y a Asturias. También las córneas.«Son cuatro pacientes que pueden estar disfrutando ahora mismo gracias a esta familia y a la labor de todos los profesionales», celebra José Luis Martínez Melgar. «Fue perfecto, tanto para el hospital como para la familia, que sabe que su decisión fue más que la correcta»
El coordinador de la Oficina de Trasplantes del área sanitaria asegura que, a día de hoy, la negativa familiar es de alrededor de un 15%, cada vez menor.
De su paso por este equipo sanitario se queda «con dos cosas: que me he encontrado con familias extraordinarias, con las que llorabas porque lo sentías, y con el trabajo de toda la gente del hospital, que nunca han puesto ninguna pega, siempre aportando su granito de arena».
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